En la resaca de un día
maravilloso, el del 21 de junio del 2016, con el cierre de nuestra Primavera
de libros, acompañados por tantos autores y amigos, voy a subir a
nuestro blog las fotos del evento y una reseña sobre el acto en sí mismo.
Poco a poco iban
llegando los invitados y ocupando un asiento en la Sala de Conferencias Pérez
Minik de la Casa de la Cultura de Santa Cruz. Textos listos para compartir y
muchas ganas de hacerlo por parte de todos, o al menos así lo iba intuyendo yo
según se acercaba el momento de comenzar.
Emma con sus
certificados de Tertulianos de honor listos para ser entregados a nuestros
generosos amigos, Mercedes cámara en ristre dispuesta a plasmar en imágenes
todo lo que aconteciera allí en un día tan especial… Y comenzó el acto.
Después de que yo diera
la bienvenida a nuestros invitados daría comienzo nuestro mini-maratón de
textos en clave de verso y prosa. Y ya que yo tenía la palabra abrí fuego con
este pequeño relato.
Un momento de tranvía
Me mirabas… o quizá no.
Tu rostro varonil y agraciado se volvía
hacia mí constantemente, mientras el tranvía atravesaba la agitada ciudad en
mañana laborable.
Tus ojos, escondidos tras las oscuras
gafas, te aislaban de todos… y de mí. Los míos, puestos a buen recaudo tras las
mías, recorrían golosos tu figura atrayente tratando de ser discreta pero sin
poder abstraerme al imán de tu presencia bamboleante, cogido a aquella fría
barra.
No sé cuánto tiempo pasamos en ese sí pero
no, de mirar sin querer hacerlo, de sentirnos lejanos y desconocidos, pero
cercanos y conectados por un tiempo irrepetible.
Cuando bajaste del tranvía, una parada
antes que yo, sentí el impulso, casi irrefrenable, de seguirte, pero la cordura
me mantuvo pegada a mi asiento. Mi mirada, te persiguió ávida mientras cruzabas
la calle presuroso con el maletín columpiándose indolente en tu mano derecha, y
envidié la piel de su asa porque podía sentir el roce de una piel que yo nunca
podría tocar.
Cuando el tranvía volvió a ponerse en
marcha, mi entorno dejó de interesarme. Cerré los ojos y seguí pensando en ti.
©Luisa
Chico
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A continuación nuestro padrino, el cantautor y
poeta Chema Muñoz, nos recitaría uno
de sus poemas y además compartió con nosotros una preciosa canción, con lo que
nuestro recital unió música y palabra.
Y quieres que no te quiera
(A quien hizo de mi un licántropo del
amor, a su boca, a sus ojos y a su sangre).
Tú quieres que no te quiera, si tu piel es
la alameda donde pasea mi piel.
Es el árbol donde oculto, el regazo donde
apoyo los secretos de mi amor.
Yo si te quiero querer y te he querido
siempre desde que tú me miraste desde el fondo del deseo. Yo si te quiero
querer y te he querido siempre escondiéndote mi amor paseándolo a la aurora.
Los secretos, los susurros, las miradas que de noche nos damos a luz de luna.
¿Y quieres que no te quiera? si los ríos de tu sangre desembocan en mi boca, y
la luz que me ilumina se nutre de nuestro sol. Un beso, una caricia, el color
de tus mejillas se cruzan con los deseos de tenerte entre mis brazos.
Deseos de ver de nuevo la silueta de tu
pecho recortándose en la sombra que se adentra entre mis dedos. ¿Cómo quieres
que no quiera a quien he querido siempre? desdoblándose en mi historia, por
besarte, por tenerte, por gozarte, por reírte entre mis ojos, por beberte.
Tu quieres que yo no quiera el sonido de
tu voz acariciando palabras que se agarran a mi alma como se abraza tu cuerpo y
desata las caricias que me das a luz de luna.
Yo si te quiero querer y te he querido
siempre desde que tú me miraste desde el fondo del deseo. Yo si te quiero
querer y te he querido siempre escondiéndote mi amor paseándolo a la luna.
¿Cómo quieres que no quiera a quien he querido siempre? esperando cada noche,
por besarte, por tenerte por gozarte, por reírte entre mis ojos por beberte
gritando a los cuatro vientos los secretos, los susurros, las miradas que de
noche nos damos a luz de luna.
©Chema
Muñoz
Que tal
Qué tal si antes de acariciarnos miramos
las estrellas
que viven en los ojos.
Que tal, si acabamos la noche contando las
monedas susurrando mentiras,
si iniciamos la muerte que nos queda en
las manos.
qué tal, si volamos los valles de tu piel
y la mía,
si juntamos cartones sobre el aire del
metro,
cambiamos el chalé del portal de la
iglesia al gran mármol de un banco,
aunque nunca te fueron los góticos
retablos,
los trajes de corbata, ni vivir enjaulado
tras de una ventanilla,
pásame la colilla, yo te paso la brisa del
vino tetrabrik.
La noche es pa’ las ratas, pa’ putas y borrachos,
pa’ gente interesante que sirve de motivo
pa’ salir en la tele, lo mismo da que sean actores de la metro,
o sean muertos de hambre como somos tu y
yo.
Qué tal, si le metemos mano al banco de la
esquina
y ponemos cortinas a todo el universo con
la luz de la luna como luz indirecta
tu me cuentas un cuento o yo te leo un
verso.
Qué tal si nos comemos la muerte de un
bocado y que le den por saco al tío de la limpieza
seguro que nos hace un bonito epitafio cuando
tire el paquete
y recuerde que aquí había un par de
suicidas
pásame la colilla yo te paso la brisa del
vino tetrabrik
qué tal si les decimos que existe otro
lado
que al único que existe le van cerrando
puertas y le cierran los ojos
Qué tal si no callamos, si cantamos
verdades
si damos un portazo al alma de la gente a
ver si conseguimos meterlos en vereda
y se dan de narices con la mierda que
arrastran
tápate con la manta y pásame el pirria que la
noche es pa’ nosotros, pa’ ratas de la calle
que pena que no vean el lomo gris que tienen
y corten los bigotes que a los pobres nos
salen
la noche es pa’ las ratas, pa’ putas y
borrachos,
pa’
gente interesante que sirve de motivo pa’ salir en la tele, +lo mismo da que
sean actores de la metro, o sean muertos de hambre como somos tu y yo.
Pásame la colilla, yo te paso la brisa del
vino tetrabrik.
Qué tal si nos dormimos al aire de este
siglo
si le metemos mano al banco de la esquina
y ponemos cortinas a todo el universo con
la luz de la luna como luz indirecta,
tú me cuentas un cuento o yo te leo un
verso
la vida no es pa’ ratas como somos tú y
yo.
Pásame la colilla, yo te paso la brisa del
vino tetrabrik.
¿Qué tal?
Si la felicidad te regala o te afrenta
Hoy por fin, he decidido no dormir en la
izquierda, ocupar todo el lecho, porque tengo el derecho a ser dueño en la
noche de todo el firmamento, no sé porque guardaba ese espacio tan mío si sólo
lo encontraba en hora tempranera cubierto del roció que recoge en tu ausencia.
He decidido hoy ponerle complacencias a todo mi organismo, decirme por ejemplo
¿por qué no amar a alguien que viva al otro lado? que desnude su cuerpo cuando
a mi me apetezca y ser su amante hoy para darle a la puerta ese placer tan suyo
de topar con narices. De serle yo su adonis, de mirarla a los ojos Cuando ella
acaricie solo con sus palabras. Tenemos la manía de querer dominar el aire Y
las alondras, las batallas de otros, poniéndole el final que a nosotros nos
place, haciendo de los otros lo que se nos antoja, usándolos cual manto que
cubra los errores que nos dan los antojos. No mirar a los ojos y ocultar
intenciones que son como girones cuando son descubiertas dolores egoístas, con
el valor de dar dolor sin menosprecio y no prestar aprecio tan solo al egoísmo.
Se abren los abismos entre tú y tu alma Ya no encuentras la calma y ríes
falsamente se nos nubla la mente, nos engaña la vida ofreciendo las manos
vacías de pasión mirando hacia otro lado, hacia ese lado izquierdo que lo ocupa
otra piel esa que tú has comprado por nada, por la que tu vomitas cada vez que te
roza por la que se te abre a é tul cuerpo a horcajadas, tus flujos deseosos de
aquellas madrugadas. He decidió hoy vivir al centro mismo del centro de mi vida
y deshojar si quiero aquella margarita con pétalos impares ser feliz en tu
ausencia llenándome la boca solo cuando le arranco un pétalo “me quiere” el
siguiente “me quiere” el siguiente “me quiere” por ser ellos impares, me quiere
siempre, siempre.
Y borrar de mi agenda si la felicidad te
regala o te afrenta.
©Chema
Muñoz
De espuma no es la primera vez que rompo
con los dioses armando de farolas la distancia en escudos.
Se espera a la noche como hace la luna te
roban la palabra te encierran la mirada.
Hoy levanto mi copa por un adiós oculto,
la sonrisa se ha ido atrayendo mi alma al son de las mareas.
Y mientras el amor se disfraza de espuma
se escapará en los dedos queriendo derramarse.
No es la primera vez que despellejo al día
dejándome a jirones las lágrimas abiertas y desnuda la vida y reseca la boca
muriendo por un beso seria más feliz comenzarte de nuevo a pasear al alba
abrazándote al sol y mientras el amor se disfraza de espuma un soplo lo devora
uniéndolo a una nube con forma de coraza, piso las nebulosas de la calle de
arriba se esconden tras las puertas todas las alimañas, se huyen desde dentro
acobardando el rostro tapándose de miedo los ojos, las ventanas. No es la
primera vez que desnudo la vida bebiéndome caricias ausentando tatuajes
borrándole las flechas al rojo corazón. No es la primera vez que despellejo al
día dejándome a jirones las lágrimas abiertas no es la primera vez que quiero
derramarme al son de las mareas. No es la primera vez que despellejo al día
bebiéndome caricias muriendo por un beso.
©Chema
Muñoz
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Seguiría nuestra compañera Emma Coello ofreciéndonos este texto de su autoría.
El rencor
Al final, el rencor no fue suficiente.
Intenté por todos los medios que siguiera latente en mi ese sentimiento, me
aferraba a él aún sabiendo que me destruiría, pero el tiempo y las
circunstancias de mi vida, que evidentemente no eran las mismas, consiguieron
que todo cambiara, lo iba a descubrir en breve, el encuentro se hacía
inevitable, ya no se podía retrasar más. ¡Hola! Sentí que me decía y,
sorprendentemente, su voz sonaba forzada, no tenía la seguridad y el aplomo que
le caracterizaba.
¡Hola! Me sentí diciendo, y de pronto,
milagrosamente, sentí que todo el rencor y la frustración guardados durante
mucho tiempo desaparecían dando paso a otro sentimiento, el de la indiferencia.
¡Dios…! –pensé- Pero como puede ser si
hasta para respirar lo necesitaba y ahora… ya ves.
El universo -me dije- felizmente, siempre,
siempre, tiene sus reglas que los mortales no conseguimos entender.
©Emma
Coello
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Pili
Gil-Roldán fue la primera autora en recitar esa tarde
ofreciéndonos varios poemas, comenzaremos por conocer el que había hecho ex
profeso para ese evento, más tarde recitaría alguno más.
Saludo mañanero del Teide a La señora Luna
Buenos días señora.
Buenos, caballero.
¿Dónde va usted tan hermosa, con su traje blanco entero?
Me voy al otro hemisferio, me necesitan, dijeron.
Pues alumbre usted señora. Mañana yo aquí la espero.
©Pili Gil-Roldán Trujillo
Primavera ya te vas
cumpliendo tu cometido
no quedando en el olvido
dejando aquí tu alegría
de paisajes coloridos.
Renaciendo nueva vida
transformando sangre y sabía
viendo el sol amanecer
y los ocasos volver
dejando atrás el invierno,
con semillas por crecer
otras, que ya han crecido
con aromas en el aire
y sintonías volando
delicias para el oído
Tu tiempo de primavera
que va adaptando los cuerpos
al verano que ya espera
esta vez con luna llena
rodeando el mundo entero
en otro rincón te esperan
porque el ciclo se repite
Ahí vas tú, primavera.
Te digo adiós y te espero
para ver tus flores nuevas
el canto de sintonías
del despertar de la vida
de escuchar un te quiero.
Ya te vas primavera
te quedan sólo dos días
decirle hola al verano
dejándole su camino
no quedas en el olvido
©Pili
Gil-Roldán Trujillo
Bienvenido mes de junio
todavía primavera
empezaste calentito
dejando ver las quebradas
el contorno del paisaje
manta de color variadas.
El padre Teide imponente
lo saludó en reverencia
A lo lejos se ve el puerto
definiendo su silueta
el cielo azul infinito
y las flores relucientes.
Organizando la orquesta
los pájaros que despiertan
de armonía diferentes
a todo aquel ser viviente.
La mariposa feliz
descansando en hoja verde
el mar a lo lejos limpio
apenas se ven corrientes
Paisaje de primavera
el verano ya te espera
©Pili Gil-Roldán Trujillo
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A continuación Matale Arozena intervendría con una de
sus habaneras, que compartió en una mezcla magistral de recitado y canto a
capela que consiguió ponernos a todos el vello de punta.
(Incluiremos
el texto en cuanto la canción salga como primicia al concurso de habaneras)
Elena
Villamandos sería la segunda autora visitante de esa tarde en
ofrecernos su aportación con este maravilloso relato.
La pérdida y el deseo
Cada noche caigo inconsciente a tu lado y
tus largos y delicados brazos se afanan en rodear mi cuerpo. En esos momentos
te siento más real que nunca, más real que antes, cuando llegaba borracho por
las noches a la casa y no eran tus brazos sino tus lágrimas las que sentía
humedecer lenta y silenciosamente mi espalda. Y sí, no te digo que no, que
acaso te perdí una vez, hace ya algún tiempo. Sí, acaso podríamos ponernos por
una vez de acuerdo y decir que aquel día que te fuiste al fin dando un portazo
ya no regresaste más. Pero es que me niego rotundamente a creer que esto
sucedió. Ya ves, nuevamente no podremos ponernos de acuerdo y menos aún sobre
este punto. Y como veo que de nuevo vamos a empezar a discutir te digo que
prefiero volver a escabullirme. Sí, así de previsible soy, ya ves, de nuevo
haré todo aquello que tú siempre me reprochaste: huir como un cobarde de vuelta
a los bares, suplantar el atroz silencio de tus exigencias por esta maldita
ginebra que escuece mi garganta. Sí escuece, pero al menos sé dónde, puedo
localizar exactamente el lugar, el modo y el hasta cuándo y cuánto. Y beber,
beber hasta quedar exhausto, hasta perder la memoria para regresar a nuestra
habitación, meterme entre las sábanas, abrir los ojos y esperar a que el
alcohol me ayude a recobrarte. Alzar los dedos entonces hacia la mortecina luz
que tantas veces iluminó nuestras caricias y dibujar de nuevo tu cuerpo, largo,
desnudo y otra vez tú, tú, tú. Así de sencillo es, ya ves, olvidarme de que no
estás, de que jamás te di aquella bofetada y de que tú jamás pegaste aquel
portazo. Así de simple, sí, dormirme entre tus brazos, sentir tus pechos
desnudos respirando al compás de mi espalda, abrazar tus hombros, tu cuello, tu
nuca, toda la extensión de tus muslos, tus caderas, tu vientre que jamás
reventó por mi culpa, y saber que aquello no fue cierto, que tú no llegaste en
absoluto a tirarte por la ventana de aquella cutre habitación de hotel.
© Elena
Villamandos
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La seguiría
nuestro compañero más longevo, Jesús
García quien le cantó al amor en esta bella poesía dedicada a su esposa
Tina:
A mi esposa Tina
Puedo acordarme que un día, por amor
fuiste mía,
el silencio de la noche, fue recuerdo de
un día.
Soñé que entre tus brazos, tu amor me
ofrecías,
en el silencio de la noche, solo los besos
se oían.
Me abrazabas, me besabas, de gozo tu
gemías,
en el recuerdo fue una rosa, la flor de un
día,
de tus bellos sentimientos, fue feliz mi
vida.
Dulces recuerdos, los primeros que sentía.
Sentir el roce de tu cuerpo, en mi piel
viva,
solo recuerdo que al final, llorabas y
reías,
Dime mujer que sientes, ser el amor de mi
vida,
recuérdalo, recuérdalo siempre, fuiste
mía.
Pasaron los tiempos, aún en mi memoria
perdura,
Bellos recuerdos, momentos que no se
olvidan.
No sé si sentirás la flor que me
ofreciste,
pienso que en mi corazón jamás se
marchite.
Fuiste la flor de un día, esa flor que no
marchita,
dime si siente tu cuerpo lo que sintió
aquél día,
capullo joven en flor, qué felicidad dio a
mi vida,
recuérdame rosa linda, mi corazón no te
olvida.
©Jesús
García
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Una gran poetisa, Elsa Hernández, maestra de muchas de
nosotras, seguiría ofreciéndonos este maravilloso poema:
Poesía y música
¿Podrán separarse un día
la música y la palabra?
Es totalmente imposible,
como la fuente y el agua.
Viajan juntas de la mano
a nadie le piden nada,
porque ellas lo tienen todo
ritmo, sonata y cadencia.
El corazón va contando
lo que por el alma pasa,
con notas tristes o alegres
en la voz de la palabra.
Qué verdes están los pinos
bajo la cumbre nevada,
la música de la brisa
los despeina por el alba.
Y los montes soñadores
con toda su verde gama,
esparcen preciosas notas
escondidas en sus ramas.
Poesía entre los pinos
poesía en la mañana
música entre las gaviotas
que bailan sobre del agua.
Van las dos siempre de mano,
nadie puede separarlas
si decimos poesía,
hay música en la palabra.
Poesía en lo más alto,
Teide, fuego, nubes, lava,
música que va cercando
los rinconcitos del alma.
No me dejes, poesía,
canta siempre, siempre canta,
tú has sido toda mi fuerza,
desde niña me acompañas,
en las feroces tristezas
y en las suaves alegranzas.
©Elsa Hernández
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Carlota
Sosa,
nuestra poeta del alma, continuó con el acto recitando este bello poema:
Bajo el cielo amarillo
de la autoconciencia,
la dama vestida de verde
se expresa.
Se le llama madre naturaleza
¡Es tanta su belleza!
todo florece con su presencia.
¿Es la misma dama vestida de azul.
Reina de las aguas y espumas de tul?
Sí. Es la misma dama.
¿Es la misma dama que pinta la flor
que despierta al alba los sueños de amor?
Sí. Sí es la misma dama.
Besa al infinito;
habla sin palabras;
reina de las musas.
De túnica blanca.
Alguien la ha visto de negro,
entre sollozos y lágrimas.
Pero, en esencia,
¡es la misma dama!
©Carlota Sosa
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El escritor Félix Díaz se decantó por compartir con
los presentes estos Pasajes del libro del Génesis censurados.
Yaveh creó al hombre y a la mujer. Y los
creó iguales. Al hombre le puso por nombre Adán y a la mujer Lilith…
Y fue Adán a quejarse a Yaveh. «La mujer
es mi igual, y no me obedece», dijo. «Puede yacer con quien quiera, con
cualquiera de los seres celestiales, porque le gusta hacerlo». «Sólo tiene los
hijos que desee tener, y los tiene cuando desea hacerlo, sin dolor».
Yaveh habló con Lilith. «El hombre se
queja de que tú no le obedeces». «Soy su igual», dijo ella, «y no le pido a él
que me obedezca, luego tampoco he de obedecerle yo. Soy libre de hacer lo que
yo quiera».
Lilith se fue del Paraíso, y fue libre
para siempre, pues Yaveh la había hecho eterna, como al hombre.
Yaveh se mostró muy disgustado. Durmió al
hombre y le quitó la vida eterna. «Sólo vivirás el tiempo que yo decida», dijo
Yaveh.
Y con la costilla de Adán, Yaveh hizo otra
mujer. La llamó Eva, y le dejó un precinto de garantía para poder saber cuando
yaciera con un hombre por primera vez, y que ese hombre también lo supiera.
Adán comprobó que Eva tenía precinto, y
supo así que él era el primero en yacer con ella. Y le pareció que era bueno
saberlo.
Y Eva le obedecía siempre que él le daba
una orden.
De Lilith ya no se supo más.
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Luego
llegaría nuestra compañera Mercedes
González con su escrito al café:
El café, un amigo inseparable de los que
siempre están cuando te encuentras un poquito desanimada o de capa caída, en
esos momentos una tacita de café te reanima y te da las fuerzas para empezar
las tareas de un nuevo día.
La planta del café nace de unos arbustos,
cuando brota el capullo es de color verde, va cambiando de color y cuando se
abre brotan unas delicadas flores blancas que, vistas de lejos, parece como si
hubieran espolvoreado el paisaje con una fina capa de azúcar en polvo.
El café todo en si es una delicia, su
aroma, la fragancia de la flor y algunas de sus propiedades.
Y de un modo más agradable sirve también
para reunirte con tus compañeras de la tertulia en una buena cafetería a
tomarse un cafecito, o lo que apetezca a cada uno, darle un poco a la sin hueso
y pasar una tarde diferente y agradable.
©Mercedes
González
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Cristi Cruz la siguió leyendo varios
pasajes de su libro En el centro del viento y al día siguiente publicaría en su
blog personal la siguiente reseña.
https://cristicruzreyes.com/2016/06/22/tertulia-alisios-de-verso-y-prosa/
Extracto de la novela En el centro del viento
(Parte I. Encuentros y desencuentros)
Era
un sitio a medida de los turistas. Todo muy ordenado y limpio. Teresa me
observaba con cierta desconfianza. Yo sabía que le asustaban mis ojos redondos
como platos, que no querían perderse detalle. No sé por qué yo ya intuía que
cuando saliera por aquella misma puerta, nada seguiría siendo igual. Ni la
desconfianza de Teresa ni mi intuición tenían fundamento alguno, sin
embargo, ambas eran totalmente
acertadas.
En el escenario, un grupo de cuatro
hombres interpretaba con dedicación y entusiasmo una canción tras otra. Dos de ellos parecían
muy jóvenes, el tercero podría estar rondando los setenta años, y el que tocaba
la trompeta no parecía ni joven ni viejo. Me quedé colgada de su cara y de sus
ojos mientras pensaba que pocas veces en la vida había contemplado una
expresión de tanta concentración y devoción por lo que se está haciendo. Se
mojaba los labios y se llevaba la trompeta a la boca, se le formaban unas
pequeñas arrugas en el entrecejo y adoptaba un semblante serio y profundamente
atractivo. Nunca, en toda mi variada vida de encuentros y desencuentros, había
mirado y deseado tocar la piel de alguien con tantas ganas como deseaba tocar
la hermosa y, presumiblemente, suave
piel negra de los brazos del músico.
(…)
Tremé era diferente al resto de la ciudad.
Allí todos hablaban con todos. Los músicos interpretaban sus gigs, sus
actuaciones, en un diálogo constante con el público. Músicos y audiencia eran
todo uno. Cantaban, bailaban, hablaban a coro, se reían, aplaudían… todos
juntos. No había sido así en el local de Bourbon Street unas horas antes. En
aquel local los músicos estaban sobre un estrado y el público, ordenado y
silencioso, sentado a las mesas o en la barra, permanecía casi inmóvil, mirando
o, como mucho, balanceando el cuerpo tímidamente al ritmo de la música.
En una noche en Tremé, donde se sucedían
los bares, unos tras otros, repletos de gente, se escuchaba de todo: jazz
tradicional, jazz moderno, rock, música de los indios… Era como estar al mismo
tiempo en lugares con sabores muy dispares: sabor africano, español, francés...
Una mezcla irresistible de culturas.
(…)
Estaba amaneciendo cuando caminaba de
regreso al hotel. Contra toda lógica y precaución, había querido regresar sola.
Llevaba en los ojos el rostro del hombre que me contemplaba como si no fuera a
despegarse nunca de mi cara; en los oídos, la música de todos los locales que
habíamos recorrido en una peregrinación frenética por el barrio y la voz que me
susurraba cada palabra, como si no quisiera ahuyentarme de su lado; en la
nariz, el delicioso aroma de las comidas cocinadas en barbacoas ambulantes y el
olor de un cuerpo que sería ya para siempre inconfundible; en la boca, el sabor
de algo nuevo y al mismo tiempo viejo; en la piel, la certeza de que nunca más
volvería a sentir lo que me transmitió el cuerpo del trompetista. Con todo
aquel equipaje caminaba sintiéndome dulcemente cansada; sentía una seguridad
recién estrenada al mismo tiempo que un
desconsuelo abrumador agarrado al estómago. Y perplejidad. Cuando llegué al
hotel ya empezaba a echar de menos la ciudad a la que aprendí a querer casi
antes de conocerla. A él, comencé a extrañarlo desde el primer beso.
©Cristi Cruz Reyes
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Nuestra
compañera Adela Corujo se había
decantado por escribir algo especial dedicado a nuestra tertulia y lo leyó
emocionada.
Hoy es día de tertulia,
nos vamos a reencontrar,
lo hacemos todos los martes
en la casa cultural.
Me encanta oírlos compartir,
unas veces son poemas
y otras veces son relatos.
Nos deleitamos hablando,
escribiendo nuestras cosas,
lo hacemos narrando, hablando…
Familia bella, tertulianos
gracias por vuestro poemas,
por vuestra compañía,
que engrandece la tertulia.
En ella se disparan nuestras mentes
para sacar a ese escritor escondido y
despertar.
Despertamos para expresar todo
sentimiento.
Muchas gracias tertulianos, compañeros del
alma.
©Adela
Corujo
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La
escritora Graciliana Montelongo,
otra de nuestras tertulianas de honor, nos daría a conocer su especialidad, los
haikus y también un pequeño relato magníficamente escenificado.
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Otro de nuestros
tertulianos, Francisco Murcia,
también se decantaría por compartir ese día un poema.
Amar es algo más
Amar no solo es decir te quiero,
amar es sentir,
es surfear en las olas del destino subidos
en la misma tabla,
es hablar con la mirada,
es conversar con los gestos;
es, qué se yo,
algo tan divino e intenso
y te inunda de tal modo,
que no hay pensamiento recto,
pero sí sentimientos sinuosos que se
enlazan,
que se apartan,
que se juntan y se abrazan,
que se funden en un alma
que surca las olas del tiempo flotando en
la misma tabla.
Amar…
amar es algo distinto,
no solo es decir te quiero,
amar es otra cosa,
tan hermosa e infinita como es el mismo
universo.
Aunque yo diga te quiero,
tú sabes que hay algo más,
algo que trasciende el tiempo,
algo que va más allá de cualquier
razonamiento,
algo que me atraviesa,
que recorre mis sentidos más allá de las
palabras,
algo que yo no acierto a expresar en este
lenguaje profano,
algo que está por encima de palabras y de
signos.
Amar es… ¿cómo diría?
Es una comunión divina de dos seres
que cogidos de la mano
van surfeando en los mares del destino
más allá de las fronteras del infinito
universo.
Y sin embargo,
cuánto agradezco un te quiero,
dicho así bajito, al oído,
mientras mi mano suave se desliza por tu
pelo.
Amar no solo es decir te quiero,
pero cómo me gusta decirlo,
y cómo me gusta escucharlo así,
quedo, al oído,
como un suave y mimoso runruneo.
Ya sabes que mi amor
va más allá de la frase,
pero déjame decirte una y mil veces:
te quiero.
©Francisco
Murcia
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El cantautor, poeta, y a
partir de ese martes tertuliano de honor Luis
Almeida, nos ofreció una entrañable intervención donde combinó
magistralmente su sentido del humor, la poesía y sus canciones.
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La aportación de nuestra compañera Carmen Margarita, sería recitar este poema.
Cuando yo me haya ido,
se irá conmigo el silencio,
la tristeza, la alegría,la pasión,
lo que termina y comienza.
Cuando yo me haya ido,
dejaré atrás las horas calladas
en esperas eternas de sonidos ansiados,
de palabras guardadas para tiempos
mejores,
de silencios cargados de soledad,
hastío, y placeres negados.
Cuando yo me haya ido,
quedará en el pasado la pasión compartida
en caricias sin prisa, cómplices y amigas,
sonrisas y risa,
alegría efímera que plaga al recuerdo
de momentos plenos y vidas no vacías.
Cuando yo me haya ido,
se acabaron los comienzos, los adioses, las
esperas,
los abrazos, las sonrisas venideras,
las lágrimas vertidas en despedidas
indeseadas,
el volver a ilusionarme,
renacer de mis cenizas,
reinventarme cada día,
crear mundos que no existen
para llenar la apatía.
Cuando yo me haya ido,
conmigo se irán las musas
compañeras de mi vida,
y sobre sus etéreas alas cabalgaré
más allá de pesares y quebrantos.
Atrás dejo la palabra.
Mis alegrías y llantos.
©Luisa
Chico
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La seguiría la última
participante entre los autores participantes de nuestra Primavera de libros, Gloria López, quien compartió con
nosotros este precioso texto.
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Después le tocaría el
turno a la amiga Candelaria González que
nos ofreció ...
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Algunos amigos
escritores tuvieron a bien aceptar nuestra invitación a compartir ese martes
especial y el cierre del ciclo de la Primavera de libros. Manuel Haro, poeta y amigo de Mercedes Reyes fue uno de ellos y
compartió con nosotros el poema Léxico canario de su libro: Ecos de mar y volcán.
© Manuel Haro
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Mercedes
Reyes,
además de sacar las fotos del evento, cerraría las aportaciones de los
tertulianos del Club con:
Mujer del burka
Mujer triste, de lindos ojos verdes como
luceros,
Vestida cubriendo tu rostro y tu cuerpo,
ves el mundo a través de una ventana con
cortinilla,
no es un traje,
es una mortaja que te encierra estando
viva.
Movimientos torpes cuando caminas,
cargas con siete kilos, allá donde vayas.
Tu llanto eterno y callado, rostro del
desamparo,
como un fantasma, no existes para el mundo.
todo está prohibido para ti: Reír sonreír,
bailar…,
escuchar música, practicar deporte,
menos aún estudiar.
Si enfermas no recibes ayuda médica,
si viajas has de ir en el maletero del
coche.
Tampoco puedes pensar,
debajo de ese burka escondes tus
pensamientos,
y reprimes tus sentimientos.
Eres, como un ave con alas rotas,
que no puede salir del nido
si algún día quieres escapar de esa cárcel
llamada burka, serás azotada.
Si llevas las uñas pintadas, te cortan los
dedos.
No te está permitido enamorarte
tu matrimonio está concertado
tu belleza escondida, y vigilada.
Mujer sin rostro, nunca se sabrá si ríes o
lloras,
Mujer del Burka de ahogado murmullo.
Una amarga realidad que aún hoy existe
©Mercedes
Reyes
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Otro de los invitados
que se animaría a compartir con la tertulia sería el joven escritor Fabio
Carreiro, quien leería un texto que por resultar finalista de un concurso y no
poseer ya los derechos de autor no podemos reproducir aquí sin los permisos
pertinentes.
Y por último reseñar que
también contamos en esa tarde con la compañía y participación de la escritora
venezolana, de vacaciones en la isla, Mary
Flor Barazarte, quien nos deleitaría con sus poemas….
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Quede aquí expresado mi
reconocimiento a todos por su disponibilidad y por la generosidad demostrada al
participar en el cierre del ciclo, compartiendo sus creaciones y haciendo que la
magia de la amistad y el amor por las letras reinara en esa tarde tan especial.
¡Bienvenidos nuestros primeros Tertulianos de Honor!
(A los autores que no pudieron asistir al cierre les haremos llegar su certificado en cuanto nos sea posible )
Luisa Chico
(Coordinadora
del Club de Creación Literaria Alisios de Verso y Prosa)
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El resto de fotos del evento