En la semana que hemos dedicado a los microrrelatos he navegado por la red buscando cosas interesantes que dejar aquí recogidas y que nos sirvan de apoyo a futuros trabajos sobre el tema.
iré añadiendo todos los enlaces que me resulten curiosos o prácticos en este artículo. Y para comenzar les dejo este donde encontrarán...
15 microrrelatos famosos
LA OVEJA NEGRA -
AUGUSTO MONTERROSO
En un lejano país
existió hace muchos años una Oveja negra. Fue fusilada. Un siglo después, el
rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el
parque. Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran
rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas
comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.
UN SUEÑO - JORGE
LUIS BORGES
En un desierto
lugar del Irán hay una no muy alta torre de piedra, sin puerta ni ventana. En
la única habitación (cuyo piso es de tierra y que tiene la forma de círculo)
hay una mesa de maderas y un banco. En esa celda circular, un hombre que se
parece a mi escribe en caracteres que no comprendo un largo poema sobre un
hombre que en otra celda circular escribe un poema sobre un hombre que en otra
celda circular...El proceso no tiene fin y nadie podrá leer lo que los
prisioneros escriben.
EL POZO - LUIS
MATEO DÍEZ
Mi hermano Alberto
cayó al pozo cuando tenía cinco años. Fue una de esas tragedias familiares que
sólo alivian el tiempo y la circunstancia de la familia numerosa. Veinte años
después mi hermano Eloy sacaba agua un día de aquel pozo al que nadie jamás
había vuelto a asomarse. En el caldero descubrió una pequeña botella con un
papel en el interior. "Este es un mundo como otro cualquiera", decía
el mensaje.
HABLABA Y HABLAMA -
MAX AUB
Hablaba, y hablaba,
y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba. Y venga hablar. Yo soy
una mujer de mi casa. Pero aquella criada gorda no hacía más que hablar, y
hablar, y hablar. Estuviera yo donde estuviera, venía y empezaba a hablar.
Hablaba de todo y de cualquier cosa, lo mismo le daba. ¿Despedirla por eso?
Hubiera tenido que pagarle sus tres meses. Además hubiese sido muy capaz de
echarme mal de ojo. Hasta en el baño: que si esto, que si aquello, que si lo de
más allá. Le metí la toalla en la boca para que se callara. No murió de eso,
sino de no hablar: se le reventaron las palabras por dentro.
LA MANO - RAMÓN
GÓMEZ DE LA SERNA
El doctor Alejo
murió asesinado. Indudablemente murió estrangulado. Nadie había entrado en la
casa, indudablemente nadie, y aunque el doctor dormía con el balcón abierto,
por higiene, era tan alto su piso que no era de suponer que por allí hubiese
entrado el asesino. La policía no encontraba la pista de aquel crimen, y ya iba
a abandonar el asunto, cuando la esposa y la criada del muerto acudieron
despavoridas a la Jefatura. Saltando de lo alto de un armario había caído sobre
la mesa, las había mirado, las había visto, y después había huido por la
habitación, una mano solitaria y viva como una araña. Allí la habían dejado
encerrada con llave en el cuarto.
Llena de terror,
acudió la policía y el juez. Era su deber. Trabajo les costó cazar la mano,
pero la cazaron y todos le agarraron un dedo, porque era vigorosa corno si en
ella radicase junta toda la fuerza de un hombre fuerte. ¿Qué hacer con ella?
¿Qué luz iba a arrojar sobre el suceso? ¿Cómo sentenciarla? ¿De quién era
aquella mano? Después de una larga pausa, al juez se le ocurrió darle la pluma
para que declarase por escrito. La mano entonces escribió: «Soy la mano de
Ramiro Ruiz, asesinado vilmente por el doctor en el hospital y destrozado con
ensañamiento en la sala de disección. He hecho justicia».
CARTA DEL ENAMORADO
- JUAN JOSÉ MILLÁS
Hay novelas que aun
sin ser largas no logran comenzar de verdad hasta la página 50 o la 60. A
algunas vidas les sucede lo mismo. Por eso no me he matado antes, señor juez.
LA MUERTE EN
SAMARRA - GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ (Adaptación)
El criado llega
aterrorizado a casa de su amo.
-Señor -dice- he
visto a la Muerte en el mercado y me ha hecho una señal de amenaza.
El amo le da un
caballo y dinero, y le dice:
-Huye a Samarra.
El criado huye. Esa
tarde, temprano, el señor se encuentra la Muerte en el mercado.
-Esta mañana le
hiciste a mi criado una señal de amenaza -dice.
-No era de amenaza
-responde la Muerte- sino de sorpresa. Porque lo veía ahí, tan lejos de
Samarra, y esta misma tarde tengo que recogerlo allá.
LA MANZANA - ANA
MARÍA SHUA
La flecha disparada
por la ballesta precisa de Guillermo Tell parte en dos la manzana que está a
punto de caer sobre la cabeza de Newton. Eva toma una mitad y le ofrece la otra
a su consorte para regocijo de la serpiente. Es así como nunca llega a formularse
la ley de gravedad.
EL EMPERADOR DE
CHINA - MARCO DENEVI
Cuando el emperador
Wu Ti murió en su vasto lecho, en lo más profundo del palacio imperial, nadie
se dio cuenta. Todos estaban demasiado ocupados en obedecer sus órdenes. El
único que lo supo fue Wang Mang, el primer ministro, hombre ambicioso que
aspiraba al trono. No dijo nada y ocultó el cadáver. Transcurrió un año de
increíble prosperidad para el imperio. Hasta que, por fin, Wang Mang mostró al
pueblo el esqueleto pelado, del difunto emperador. ¿Veis? -dijo - Durante un
año un muerto se sentó en el trono. Y quien realmente gobernó fui yo. Merezco
ser el emperador.
El pueblo,
complacido, lo sentó en el trono y luego lo mató, para que fuese tan perfecto
como su predecesor y la prosperidad del imperio continuase.
CALIDAD Y CANTIDAD
- ALEJANDRO JODOROWSKY
No se enamoró de
ella, sino de su sombra. La iba a visitar al alba, cuando su amada era más
larga
PADRE NUESTRO QUE
ESTÁS EN EL CIELO - JOSÉ LEANDRO URBINA
Mientras el
sargento interrogaba a su madre y su hermana, el capitán se llevó al niño, de
una mano, a la otra pieza...
- ¿Dónde está tu
padre? - preguntó
- Está en el cielo
- susurró él.
- ¿Cómo? ¿Ha
muerto? - preguntó asombrado el capitán.
- No - dijo el niño
-. Todas las noches baja del cielo a comer con nosotros. El capitán alzó la
vista y descubrió la puertecilla que daba al entretecho.
AMENAZAS - WILLIAM
OSPINA
-Te devoraré -dijo
la pantera.
-Peor para ti -dijo
la espada.
ESTE TIPO ES UNA
MINA - LUISA VALENZUELA
No sabemos si fue a
causa de su corazón de oro, de su salud de hierro, de su temple de acero o de
sus cabellos de plata. El hecho es que finalmente lo expropió el gobierno y lo
está explotando. Como a todos nosotros.
LA VERDAD SOBRE
SANCHO PANZA - FRANK KAFKA
Sancho Panza, que
por lo demás nunca se jactó de ello, logró, con el correr de los años, mediante
la composición de una cantidad de novelas de caballería y de bandoleros, en
horas del atardecer y de la noche, apartar a tal punto de sí a su demonio, al que
luego dio el nombre de Don Quijote, que éste se lanzó irrefrenablemente a las
más locas aventuras, las cuales empero, por falta de un objeto predeterminado,
y que precisamente hubiese debido ser Sancho Panza, no hicieron daño a nadie.
Sancho Panza, hombre
libre, siguió impasible, quizás en razón de un cierto sentido de la responsabilidad,
a Don Quijote en sus andanzas, alcanzando con ello un grande y útil
esparcimiento hasta su fin.
(SIN TÍTULO) -
GABRIEL JIMÉNEZ EMAN
Aquel hombre era
invisible, pero nadie se percató de ello.
http://recursosdidacticos.es/textos/texto.php?id=245
http://recursosdidacticos.es/textos/texto.php?id=245
y otros no tan famosos...
https://www.facebook.com/megustaescribir/photos/a.456048194146.240499.163223059146/10153489747329147/?type=3&theater
También dejaré aquí los microrrelatos que los miembros de nuestro Club han presentado al Concurso de La Casa de la Cultura de Santa Cruz en este año 2016.
Se saludaron como si no se
conocieran - Francisco Murcia
Se miraron igual que antaño, dos jovencitos en sentido contrario por la
misma acera. Y ambos vieron dibujados en los ojos del otro la primera sonrisa,
la primera habitación, la primera noche.
El mapa del tiempo había dibujado en sus rostros profundos surcos
como carreteras divergentes que partieron al amanecer de aquella lejana noche
en sentido contrario.
La misma ciudad, la misma acera; ellos, distintos; cargados cada uno
con su historia.
Se saludaron como si no se conocieran. Se miraron como la primera vez
y ambos, sin darse cuenta, acompasaron sus pasos en la misma dirección que
antaño y sonrieron al ver el letrero: Hostal
El Encuentro.
© Francisco Murcia
Soñar un día cualquiera - Matale Arozena
Subí a la azotea, y mientras tendía la ropa miraba como
ésta bailaba entre los brazos del aire. La niña vino y se sentó donde siempre,
resguardada del sol mañanero con su sombrero de palma. Su compañero eterno, el
libro, se abrió como por arte de magia y ella desapareció de mi lado.
La miraba entre las sábanas, para adivinar donde se
encontraba, pero ella solo estaba sonriendo. Su hermano asegura que los libros
la tienen atontada, que vive en otro mundo y a menudo me dice: -Mamá se lo leyó de un tirón, ¡eso no es
bueno ni siquiera para los ojos! Yo, contemplándola, me recreé y soñé junto
a ella... Soñé que la cogía de la mano y juntas nos perdíamos entre las páginas
de cualquier libro, acariciando las palabras extrañas para mí, y que ellas nos
regalaban todo un mundo desconocido, pero fantástico.
© Matale Arozena
La niña soñadora - Luisa Chico
Le gustaba
sentarse a estudiar a la sombra del pino solitario mientras trenzaba su melena y
miraba embelesada al lejano mar.
Sus ojos melados seguían la estela del velero que rozaba el horizonte. Por un momento dejó vagar por cubierta su mente soñadora y se vio al timón poniendo rumbo a tierras lejanas. Como únicos compañeros de viaje el velero y su cuaderno de bitácora. Escribir y conocer mundo constituían, desde siempre, todo su anhelo.
Una sonrisa quimérica se trenzó a sus pensamientos mientras sus dedos terminaban de acomodar el pelo.
-¡Niña! ¿Terminaste tus tareas? La voz de su madre la desembarcó al instante. Volvió los ojos al libro y se lo leyó de un tirón.
© Luisa Chico
Dignidad y valor - Margarita González
Era rica y rubia pero no tonta. Descubrió lo que había entre ellos cuando en la fiesta se saludaron como si no se conocieran. Recordó a su abuela:«Niña mía, reza para que tu esposo no te engañe, pero si te engaña reza para que no te enteres, pero si te enteras, reza para que no se entere, porque si se entera de que estas enterada dejará de fingir y hará de tu vida un infierno». Se lo dijo a ella que no reza, ni rezó ni rezará nunca.
Ella siempre creyó que cada cual ha de ser hacedor de su propio destino, que como meta vale la que uno se proponga pero siempre, por encima de todo, ha de haber dignidad y valor. De modo que en cuanto llegaron a casa le hizo la maleta, le quitó la tarjeta de crédito y lo acompaño hasta la puerta de servicio.
©
Margarita Moro
El
bastón - Carlota Sosa
Su corazón se rompió muchas veces. Ella
“lo zurcía” con hilos de oro, estaba acostumbrada a la costura para sacar
adelante cinco hijos. Aceptación era su lema. No sabía que era artista. Con
cada puntada convertía un pedazo de tela, nueva o usada, en un precioso vestido,
como el “hada madrina” haciendo magia para cada Cenicienta.
En el último decanato de su vida, casi centenaria, comenzó a cansarse al
caminar. Sus hijos decidieron regalarle un bastón. Lo recibió con cordialidad.
Nunca dijo, nunca jamás lo usare, aunque lo pensó. Se sentía muy joven para
eso.
Entre sus pertenecías, apareció un bastón
dorado con mango de madera, completamente nuevo, con su estuche, en un rincón
del armario…
Hoy, quizás, alguien pasee con el; puede que algún niño lo esgrima como espada
jugando batallas imaginarias; tal vez
ella sonría desde otras orillas caminando sin cansarse, en absoluta libertad.
© Carlota Sosa
No hay comentarios:
Publicar un comentario