jueves, 25 de febrero de 2016

Conociendo a los escritores y poetas canarios

Se cumplen hoy, 20 de marzo, los 35 años de la muerte del poeta Pedro García Cabrera.
Pedro García Cabrera nace el día 19 de agosto de 1905 en Vallehermoso, y en ese abrupto y paradisíaco paisaje insular permanece hasta los siete años. A su isla natal, le dedicará un hermoso romance, Gomera. En 1915, tras una breve estancia en Sevilla, la familia se establece en Tenerife, e inicia sus estudios de Bachillerato en el Instituto General y Técnico de Canarias (La Laguna). Desde muy joven, colabora en la prensa y publica en La Voz de Junonia y Gaceta de Tenerife. A partir de 1926, sus escritos aparecen en Hespérides, revista en la que coinciden escritores ligados al modernismo y al regionalismo de fin de siglo con jóvenes poetas e intelectuales que formarán parte del grupo de vanguardia. En 1930, es uno de los fundadores de Cartones. Además, junto a E. Westerdahl y D. Pérez Minik, entre otros, participa en la creación de Gaceta de Arte (1932-1936), revista internacional de cultura, que conectó a los intelectuales y artistas canarios con las vanguardias europeas y el surrealismo. Desde Gaceta de Arte, se organiza el viaje a las islas de A. Breton, J. Lamba y B. Péret, suceso que va acompañado de una exposición internacional de arte surrealista en Santa Cruz de Tenerife, de la firma de un manifiesto y la publicación del segundo número del Boletín Internacional del Surrealismo, y de la proyección de La Edad de Oro.
En los años de la Segunda República, a su compromiso intelectual se suman sus inquietudes sociales y políticas. Afiliado al PSOE, es elegido concejal del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife (1931) por la Conjunción Republicano-Socialista y nombrado consejero del Cabildo Insular. Dirige Altavoz y El Socialista, y participa, activamente, en la vida pública. Tras el triunfo electoral del Frente Popular, viaja a Madrid, en abril de 1936, para asistir a la elección de Manuel Azaña. Cuando, en julio, se produce el golpe de estado contra la democracia, P.G.C. es detenido y deportado a un campo de concentración en Villa Cisneros, del que los prisioneros se evaden en 1937. Marcha a Dakar (Senegal) y, posteriormente, desde Marsella, entra en España y se integra en el frente republicano de Andalucía, donde realiza labores de inteligencia militar. Sufre un grave accidente y, en el hospital, conoce a Matilde Torres Marchal con quien se casará en 1948. Detenido en Granada, unos meses antes de acabar la Guerra Civil, permanecerá en prisión hasta 1946.

En los difíciles años de la posguerra, a pesar del mísero ambiente cultural marcado por una férrea censura y de la disolución del grupo de vanguardia, García Cabrera, Westerdahl y Pérez Minik impulsan la publicación de una nueva y fugaz revista: De Arte. Además, P.G.C. reinicia sus colaboraciones con textos críticos y relatos, en la prensa local, especialmente en Gaceta Semanal de las Artes, y se convierte en maestro de los jóvenes escritores. Vive con ilusión los años de transición a la democracia, y da conferencias y participa en diversos actos, como el Primer Congreso de Poesía Canaria en 1976. Siempre comprometido, ética e intelectualmente, muere en Tenerife en 1981.
Leer más en: http://www.academiacanarialengua.org/archipielago/pedro-garcia-cabrera/

Poemas de Pedro García Cabrera

Navegar. Navegar. Navegar.
Enhebrar en los ojos
todos los horizontes de la mar. 

Navegar. Navegar.

Tener un muestrario
de todas las olas del mar.

Navegar.
Ser liquen hinchado de mar
en el mar.

Navegar.
Navegar.

Navegar.
(Líquenes, 1928)

Ni a la voz de la sombra del recuerdo.
Ni frente a las piteras ni a las islas.
Ni sobre los tirantes ventisqueros
se detendrá un instante la mirada
que te humedece todos los rincones.
Un destino veloz signa tu frente.
Y has de seguir así. Tus bisturíes
afilarán las torres y las cumbres,
las aguas de la mar y las esquinas.
Y se hincarán tan hondo en tus espejos
que han de sangrarte nieve los costados.
(Transparencias fugadas, 1934)

Biografía múltiple 

Tú misma un día escribirás tu historia.
Islas que tienen de coral el beso
y las raíces, pirámides de sombra
y nidos de volcanes, te dibujan
-gemelas de tus altos miradores-
en cartas ausentadas de tus ojos
que pulsan el insomnio de las velas.
Son imágenes tuyas, anagramas
de soledad de boca sin amante,
maduras de esperar, madres de mitos
con ángeles tatuados y tambores,
fieles viñetas de tu biografía.
(La rodilla en el agua, 1934-1935)

Árbol amigo, tu sombra es una mano de ternura
abierta y derramada. Tan alto y te nace a los pies
a ras de hierba, dándole sin mirar,
isla de la frescura y el beso de paloma,
toda semblante de hoja seca y no obstante
maternal hasta el fondo con la tela de araña,
con el rencor de los trozos de vidrio,
con la hebra sin fin de las hormigas
y mi propia ballesta de deseos
que ha crecido en tus brazos,
y latido en tus savias
y dormido en tus frutos
dulces como los senos del amor y del mar,
Ahora estoy tendido bajo tu sombra
y te oirás mi sangre
como te oyes el viento derramar tus madejas
y un posarse de pájaros en tu raíz de bosque.
Tan alto como estás y no te olvidas
de que tienes un poco del destino del hombre,
de que fluyas en el alma del tiempo,
que es verde por ser tuyo, porque tú te has hecho rama a rama,
hoja por hoja, pecho y espalda de propia vida.
Árbol amigo, ahora que tan juntos no hemos encontrado
¡qué pena que no tengas
el silencio interior de mi alegría!
(Rescate del hombre, Tacoronte 4-IX-49)


Como un Árbol

Fue en tu pequeña mano,
en el mar de una mano,
donde sembré mi vida
como un árbol.

Tus dedos, nuestros dedos,
raíces de ternura.
Y nos creció la sombra
como un árbol.

Mis manos en las tuyas
tus dedos injertados en los míos,
nido se hizo el árbol.

Fue en tu pequeña mano,
en el mar de una mano,
en donde nos nacimos
como un árbol.
(Escrito el 22 de octubre de 1968)

Elegía de un banco 

    A Arnulfo Córdoba y María Luisa,
    en un banquito de la Plaza San Telmo


¿Y puede ser este solar mendigo,
lleno de calles harapientas,
la plaza en la que estuvo
el banco aquel, en que el hogar de ahora
el amor puso la primera piedra?
El banco ya no existe.
Nadie más que nosotros todavía
verlo podrá, ociosamente echado
a la sombra o al sol, junto a unas casas
que en familia vivían sus colores.
Parecía de todos aquel banco,
que no tuviese soledad ni mundos
de silencio interior; pero a nosotros
siempre nos protegía, recordando
que fue árbol con nidos y que tuvo
también su juventud de ramas verdes.
Y de aquel banco público,
huésped de una placita que el mar rumoreaba,
íntimo como un surco,
feliz como una ceja,
levantábase el bosque
de nuestras confidencias,
un enjambre
de economías y proyectos,
tu ajuar de novia, pájaros en la voz,
el hormiguero de los días
con su brizna de miel entre las alas
y con su luz amarga en ocasiones.
El banco aquel, una ilusión flotante,
dejaba de ser nube,
tocaba tierra firme
al ponernos de pie para marcharnos,
color la tarde de tus ojos.
Ya el banco no está allí.
La plaza misma
está cayendo a golpes de piqueta,
la abatirá la lanza de una calle
y no tendrá una cruz que la recuerde.
Pero él sigue anidándonos y acoge
nuestros brazos de hoy en su espejo de antes,
proyectada su sombra en nuestros hijos.
Fieles a su amistad, no lo olvidamos
nosotros y la mar, cuyos rumores
ni podrán arrancarlos de la sangre
ni serán derribados por barrenos.
¡Pobre banquito nuestro!
Ojalá te hubieran enterrado
en la canción de cuna de las aguas,
tendido entre las olas
desplegadas las velas del recuerdo.
Y así a ti mismo fiel continuarías
peregrinando nubes y horizontes
en tu vaivén de tabla enamorada.
(Entre cuatro paredes, 1968)

Polución 

Ahora sí que estamos en capilla. 
Ningún juez ha firmado la sentencia 
para dejar de ver el rostro de los días, 
los cabellos del aire, 
los pies de las montañas. 
Las fábricas se salen con las suyas: 
inmolan 
lo que aún nos quedaba en el haber. 
Y la muerte produce dividendos 
en esta sociedad a tumba abierta 
que llaman de consumo. 
Hasta a la mar le duele el horizonte, 
la soledad de nuestra compañía. 
Está perdiendo el aire los pulmones, 
la mar sus esperanzas 
y los ríos sus muslos sin regazo. 
Y no digamos nada de las penas 
de quienes van la noche trabajando 
para dar con el alba. 
Haced un plebiscito. 
Y que voten los árboles 
con sus nidos vacíos, 
las aguas con sus peces flotando a la deriva, 
las desprovistas madrigueras. 
Y que voten también los desiertos, 
las islas, las arenas, 
los cestos de basura de las calles, 
el beso de los novios y los cines. 
Sí, votemos por el sueño de la vida 
los que estamos al borde de la muerte. 

(Ojos que no ven, 1977)


Este será un espacio donde iremos conociendo autores canarios, principalmente, y también a otros que hayan vivido en las islas y desarrollado su actividad literaria en ellas.
Para ello navegaremos por las páginas y blog de Internet que vayamos encontrando interesantes, hoy abrimos este capítulo con un blog: «Blog escritores canarios» y dejo aquí una muestra del artículo por el que los descubrí, habla de Ángela Mazzini.

«A continuación mencionaremos a otras poetas, que sin haber nacido en Canarias, vivieron y desarrollaron su vida literaria en las islas y le cantaron a esta tierra haciéndola suya. Entre ellas tenemos a Ángela Mazzini, gaditana de padre italiano que debió de nacer sobre 1809, como indica María Rosa Alonso
Por razones de su matrimonio con el comerciante francés Honoré Bridoux residió en distintos lugares, entre ellos en Santa Cruz de Tenerife, el último de sus destinos, a donde llegó, ya viuda, en 1852. En El Noticioso de Canarias de diciembre del 1852 se anuncia la presencia de “una señora peninsular, instruida teórica y prácticamente en las referidas lenguas (francés, inglés e italiano)”, que da lecciones “a las señoritas que gusten favorecerla” o a otras personas “a precios convenidos”. Se refiere a Angela Mazzini, una mujer culta que en la recoleta ciudad canaria fue considerada y respetada.»
Seguir leyendo en... https://escritorescanarios.wordpress.com/

No hay comentarios:

Publicar un comentario