BASSAN
Relato iniciado por
Candelaria González
La mañana de este primer día de
agosto se presentaba calurosa, excusa suficiente para darse un chapuzón en el
mar, este era el mes de las vacaciones, fiestas y romerías.
El año pasado, en una de esas fiestas,
me había fijado en un chico muy guapo que me gustó mucho. La espera había sido
larga, después de un año yo quería encontrarlo de nuevo en la plaza corriendo
de arriba abajo y poniendo cables para el sonido. ¡Qué chico tan activo! Con
ese pelo negro, esos ojos marrones, ese color de piel morena de tanto estar al
sol… No fui capaz de dirigirme a él entonces pues mi timidez me lo había
impedido. Pensé: «Será de otra este hombre que tanto me gusta».
Esperaba la fiesta con ansiedad para
encontrarlo. Llegó el día, pero él no apareció, otro muchacho hacía su trabajo,
¡que desilusión! Seguramente, como hay tantas fiestas en este mes, estará en
alguna de las otras. Espero poder encontrármelo otra vez y me dirigiré a él para
solamente oír su voz que espero sea profunda y bonita, como él. Este chico
seguramente tendrá pareja y no quiero hacerme ilusiones, así que cogiendo a mi
amiga de la mano nos fuimos a bailar alegremente como dos jovencitas con ganas
de fiesta. Tenía que olvidar a aquel muchacho del que ni su nombre sabía y que
tanto recordaba.
En un periquete estaba dando saltos
sin acordarme de nada sino de pasarlo bien en las fiestas de mi pueblo.
Texto añadido por
Teresa Terán
Pero en uno de esos momentos en que
estábamos divirtiéndonos mi amiga y yo, mi mirada se volvió a un lugar propicio
y exclamé: ¡Éste es mi chico! Y pensé: «¿Y ahora qué hago para acercarme a él?»
Mi corazón latía y latía, parecía que
se me iba a salir del pecho de tanta alegría y emoción. Me dije: «Tengo que
buscar la manera de llegar a él, ¿cómo lo hago?».
Vino a mi mente una estrategia y me
fui al lugar donde estaba y cuando me iba aproximando a él veo que se marchaba.
Exclamé: «¡Otra vez no! He esperado un año esperando este momento con tanta
ansiedad para volverlo a encontrar y cuando creo que ya lo tengo se marcha». Solo
me he quedado con los recuerdos de ese pelo negro como el azabache y esos ojos
marrones de caramelo, es todo cuanto sé de él, y me dije: «Será en otro
momento, hoy no es el día».
Texto añadido por
Mercedes Reyes
Pasados unos días, después de la
fiesta, llegó al pueblo el muchacho que había hecho el trabajo por él para
recoger el material que allí había dejado.
Tuve la suerte de encontrármelo
cuando una tarde me dirigía al kiosco de la plaza, donde había quedado con unas
amigas para tomar café, y tuve la oportunidad de preguntarle por él.
Me llevé una sorpresa pues me dijo
que era extranjero y que Bassam, que así se llama, ya se había ido a Marruecos,
pues solo estaba aquí contratado por unos meses para ganar un dinero extra pues
se iba a casar con su novia Aisha.
“El ritual de boda bereber es muy costoso, -continúo
hablando- pues se prolonga durante tres días y por lo general se realiza en el
desierto, en un entorno natural lleno de magia, belleza y misterio. El novio, tiene
que hacerle llegar a su futura esposa los regalos y el atuendo que deberá usar
en el casamiento, y como todo esto le costaba mucho dinero, quiso venir aquí a
trabajar ese tiempo. Además de ello,- continuó contando- tiene que alquilar varias jaimas para celebrar la boda, ya que en una
se sirve la comida, en otra la música y baile, y otra para dar la acogida a
familiares y amigos que asisten a la misma, además de todo esto él se hace
cargo de trasladar a todos los familiares y amigos allá donde se celebra…”.
-¡Basta ya...! Ya me has contado
bastante y llevo mucha prisa pues mis amigas me esperan.
Me alejé lentamente y sin darme
cuenta unas lágrimas me salieron sin poder controlarlas.
Texto añadido por
Francisco Murcia
«¿Por qué estas lágrimas? Soy tonta,
pues no lloro por alguien a quien a penas he visto por un segundo. Un pelo
negro y rebelde, unos ojos bonitos, un rostro decorado por la intemperie y ni
siquiera un tono de voz, y estoy así, con unos regueros de rímel que alguien
puede creer que soy un personaje escapado de la serie de los Monsters, quizá
Morticia. Si no ha sido más que el flash de un momento. Después de todo ¿quién
era ese chico y quién es este que le sustituye?»
Lola se secó aquella lágrima furtiva,
limpió el reguero de rímel, y se dirigió al encuentro de sus amigas que la
esperaban impacientes para pasar revista a los aconteceres vecinales del día. «Mira
tú, Marruecos, -pensó- con la forma en que tratan allí a las mujeres, -y apretó
el paso para no llegar demasiado tarde.
Lo cierto es que Bassan era un
inmigrante irregular que había pasado la frontera con documentación falsificada
como operario de la empresa marroquí de exportación e importación Import-Export
Morroco. S.A., una forma mucho más segura, aunque se arriesgaba a la cárcel en
Marruecos si lo descubrían; todos saben la dureza de la prisión en aquel país.
Aquel día estaba preparando los cables que debía subir al escenario en el
momento en que una guapa chica pasó muy cerca de él. Apenas se fijó en ella, no
podía correr el riesgo de hacerse notar. Así que siguió con su trabajo mientras
el sudor resaltaba los rasgos de un rostro varonil, enérgico, y perfilaba el
relieve de sus músculos.
Así lo vio Lola, y lo imaginó como un
ascensor con el que alcanzar los cielos del éxtasis. Fue solo un momento, un
destello fugaz en su imaginación, una foto que quedó prendida en su cerebro y
tal vez en sus más íntimos deseos. Al día siguiente, aquel adonis moreno de pelo
rebelde ya no estaría allí. Lola sintió como un vacío, en su cerebro quedó la
marca que dejan los cuadros en la pared al ser descolgados. Pasó días después
por allí, pero era otro chico el que estaba haciendo recogiendo el escenario.
De ahí que Lola no hubiera podido
contener sus lágrimas al alejarse mientras recordaba el título de una novelita
que había terminado de leer la semana pasada: La insoportable levedad del ser.
Y pensó que la vida era leve y muchas veces casi insoportable. Se repuso, se
acicaló en plena calle, y con paso decidido acudió a la reunión con sus amigas,
mientras un coche de la benemérita paraba junto al chico con el que acababa de
hablar.
Texto añadido por
Carlota Sosa
Bassan tan solo fue como un destello
que olvidaría rápidamente. No pensó verlo nunca más, aunque se dedicó a
documentarse sobre los pueblos bereberes.
Pero nunca, Es demasiado tiempo. El
destino le tenía reservado un encuentro insospechado.
Transcurrió un año y a Lola la sorprendió su
familia con un regalo sorpresa por el día de su cumpleaños. Le dieron un sobre
sin remitente, al leerlo se extrañó muchísimo, una escueta nota decía: vale por
un viaje a Marruecos con todos los gastos pagados. En una postdata, que
abarcaba más que la nota, le explicaban: sabemos que te gusta viajar y que te
interesas por los pueblos bereberes, esta es la ocasión para conocerlos.
Comenzó a preparar el viaje con mucha
ilusión. Quería visitar el Atlas, un mundo de piedra habitado por tribus
bereberes. Ese mundo del que, antes, tan solo conocía por la leyenda del Titán
que le dio su nombre. Atlas significa el portador, fue castigado por Zeus a
yacer boca arriba y a sostener con sus manos, convertidas en montañas, la
bóveda celeste.
Conocía algunas de las costumbres
Marroquíes: saludar con la mano derecha ya que la izquierda se considera
impura; quitarte los zapatos al entrar en una casa; la prohibición a los no
musulmanes de entrar en las mezquitas, salvo alguna determinada; y, aunque son
muy hospitalarios, no se puede probar bocado alguno hasta que el dueño de la
casa recita sus oraciones.
Tenía que encontrase con una amiga
española que se ocuparía de organizar el viaje. Ella la guiaría.
Durante su estancia en Marruecos Lola
se sorprendía cada día más de la belleza que descubría… Los atardeceres en las
dunas, las altas montañas, las vistas al mar, algunos oasis que visitó, los
monumentos y la vida tan diferente y distante del pueblo bereber, cuyo
verdadero origen se sumía en el misterio.
Aunque bereber significa bárbaro,
comprobó in situ que no era así. Ellos se califican como hombres de alta cuna y
de noble origen.
De regreso, al facturar las maletas y obtener la tarjeta
de embarque, vía Madrid-Canarias, sus ojos se abrieron de par en par. ¡Él
estaba justo detrás de ella, acompañado de una joven morena! Lucía aun más guapo que antes, más curtido
y varonil. Sus ojos no eran los mismos,
algo había cambiado en su mirada que se le antojaba mucho más serena.
La Chica, muy jovencita, casi una
niña, y de exótica belleza, al fijarse en que Lola les miraba, la saludó
amablemente, además, en español. Se llamaba Ahíja, estaba esperando un bebé y
quería tenerlo en España. Su esposo había conseguido un contrato de trabajo en
la península.
¡Después de todo le había vuelto a
ver! Se imaginaba por todas las vicisitudes que el pobre chico había pasado
hasta llegar a Marruecos y poder casarse.
Lola miro a Bassan. Él le sonrío como
a cualquier desconocida y embarcó tomando de la mano a su bella esposa.
Texto añadido por Luisa
Chico
Sentada en este avión, sabiendo que
el hombre que había ocupado sus pensamientos por largo tiempo estaba a escasos
metros de ella y que, seguramente, miraría embelesado a la mujer que llevaba su
hijo en el vientre, y a la que amaba con locura, no pudo evitar que una lágrima
se deslizara por su mejilla.
Miró por la ventanilla del avión para
que su vecino de asiento no la viera llorar pero no hizo nada por restañar esa
gota salada que ya casi llegaba a sus labios. Su mirada, descansaba sobre las
mullidas nubes blancas que atravesaba de regreso a casa. Sentía un gran vacío
en su interior y no lo comprendía. Era consciente que Bassan solo había sido
una etérea ilusión de sus sentidos, una imagen que pasó un día frente a ella y
se quedó a vivir en sus pensamientos alentando sus ensoñaciones sobre un amor
que no tenía y ansiaba por encima de todo.
A lo largo de este año había
alimentado ese amor platónico tratando de conocer las costumbres del hombre que
se había convertido en su obsesión, este viaje a Marruecos le había permitido
sentirse cerca de él, de alguna forma y sin embargo ahora, que lo tenía a escasos
metros de ella y respiraban el mismo aire viciado del avión, lo sentía más
lejos de ella que nunca.
Cerró los ojos y dejo que las últimas
lágrimas arrastrasen hacia el exterior los últimos coletazos del amor que nunca
existió salvo en mi imaginación.
En la cinta que les traía las maletas
lo vio de nuevo, a lo lejos, ocupado con el equipaje para que su esposa no hiciera
ningún esfuerzo, ella le sonrió complacida cuando él depositó la última maleta
a su lado, luego miró a Lola de lejos y alzó la mano en un simpático gesto de
despedida.
Ella giró presta haciendo que no la veía
y rebuscó algo en su bolso mientras avanzaba rauda por el aeropuerto buscando
la zona de enlace con el vuelo a Canarias y así poder alejarse de aquella
situación.
Al pasar por una papelera tiró dentro
los catálogos que había ido recolectando durante el viaje y que hablaban de un
país que, ahora sabía que nunca volvería a visitar.
Horas después el padre Teide la
saludaba de nuevo dándole la bienvenida a su mundo, un sueño se había quedado
prendido entre las dunas de arena y las cálidas nubes.
-Mañana será otro día. –Se dijo.
Texto añadido por Pili
La memoria no envejece, cada vez es más joven. Exalta lo pasado.
Retrotrae infancias. Sueña.
El alma y el cuerpo reunidos en la búsqueda; revestidos de un halo ilusorio, cuya imagen
nos hace felices un instante. Tiempo. Memoria recreadora. Recuerdos que duermen
plácidamente entre pliegues de la memoria.
Testimonios de un ayer que se niega a morir. No volverán
a ser como fueron antaño. Rodeados del velo sutil de la distancia… Ni tan rubia
la niña, ni tan valiente el chico, ni tan placentera la tarde, ni sus labios
tan rojos, aunque nacidos de la
ternura del deseo de amar y ser amado.
Trucados recuerdos. Profundidades a las que sólo se puede acceder desde
el ideal. Los días laboriosos se suceden en oleadas rápidas. Pero hay momentos
en que el tiempo parece detenerse, es entonces cuando por las rendijas de
nuestro tiempo se van filtrando imágenes… que fueron.
FIN
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