jueves, 6 de octubre de 2016

AGOSTO (Relato encadenado de Teresa Terán)





Relato encadenado de Teresa Terán








“Agosto y mis vacaciones”

Con la llegada del verano, uno de los meses más privilegiados es el de agosto, para obtener unas buenas vacaciones, teniendo en cuenta la climatología.
Es el mes más caluroso, o me inclino por ello, así podré disfrutar de un buen descanso físico y psicológico.
Este año he podido disfrutar del mar, de sus aguas calurosas, de esas olas que el viento riza y empuja, mientras otras más grandes se avecinan.
He disfrutado de esas playas estupendas. En la arena, contemplando como hollaba mi silueta y ese sol radiante que invitaba a bañarse en el mar. He conocido personas maravillosas, he compartido vivencias únicas. He disfrutado tanto de mi familia como de mis amigos y de cosas que para mi han sido nuevas.
Oh! Agosto de mi alma, como te voy a extrañar, de esos calores que han hecho y el frío que voy a pasar.

Texto de Candelaria González

Aunque espero el gélido frío, tengo agosto en la retina. Han sido días estupendos, en estas vacaciones pude disfrutar, como ya dije, en estas vacaciones pude disfrutar del mar con sus olas y por supuesto de la familia. También me dio tiempo para escribir, leer y sobre todo para coser y hacer punto, que también es un disfrute para mi.
Las fiestas de agosto fueron muy alegres, con tanto evento folclórico. Estuvieron Los Sabandeños, la Banda de música de Candelaria con solistas de timple, un grupo de Barranco Hondo, los jóvenes Cantadores, unos grupos del pueblo vasco, de Bolivia y de Portugal, también hubieron muchos más para festejar a nuestra querida Patrona.
La salida de la Virgen, y sobre todo la llegada, fue muy emotiva con esos ¡VIVAS A LA CANDELARIA!
Yo no había visto nunca tanta gente en esa plaza, no cabía un alfiler, esa llegada a la entrada de la basílica, vista de frente desde una azotea y escuchando ese Ave María cantado por Chago Melián, fue toda una emoción muy difícil de expresar.
Pero todo se acaba y agosto también, estamos en septiembre, disfrutemos ahora de nuestras clases hasta que vuelva un nuevo agosto.


Texto de Emma Coello

Como dije se ha ido agosto con sus fiestas, sus vivas a la Virgen, las meriendas en la tarde con las amigas y, en fin, esa sensación de libertad que siempre nos embarga en este mes.
Llegó septiembre con su maravillosa rutina, los reencuentros con las compis, retomar nuevas ideas (nuestra presi ya se ocupa de ello) la alegría de estar vivas, de hacer planes juntas, para esos meses que se nos echan encima con una rapidez increíble. Y… ¡Aquí está ya octubre! Hola octubre, aquí estamos para lo que mandes…


Texto de Francisco Murcia


-Estoy perdiendo habilidad- pensó Susa mientra tejía un jersey de punto para una de sus nietas. Los recuerdos fluían en su mente como el agua fluye de las montañas y alimenta los valles. Sentada en la playa, los agostos de su niñez desfilan  año por año, y una sonrisa de felicidad surca sus labios al ver a los nietos juguetear con el agua, los cubos y la arena. Ahora ella está disfrutando de un bien merecido descanso, observando las olas de un mar en calma que apenas se atreven a romper justo al llegar a la playa. Aún sigue viendo su silueta, y se ve de niña persiguiendo su propia sombra.
Está atardeciendo y hace un poco de fresco. Se puso una rebeca por encima y sintió un ligero escalofrío al recordar como de joven, antes de que llegara noviembre, ya comenzaba a estremecerse solo de pensar en el frío que iba a pasar. Pero agosto es eso: calor, descanso, playa, amigos, fiestas, escaramuzas amorosas de adolescentes, miradas apasionadas cargadas de intención en los jóvenes que apuntan a la madurez, fiestas y voladores, y música, mucha música en las plazas, prados o playas; un mes en el que el folclore, esa expresión natural de las esencias de cada pueblo, brota como las rosas en un jardín misceláneo, cargado de alegría y de flores de todos los colores.
Más que recordando, soñando su pasado, a Susa se le fue el tiempo. Se hacía un poco tarde y quería llevar a sus nietas a ver los voladores. La madre no podía porque le tocaba turno en el hotel donde trabajaba. Comenzó a recoger mientras llamaba a sus nietas –Jeni, Janette, -maldita costumbre de poner nombres de guiris, pensó- venga, recoger todo que tenemos que irnos, que van a empezar los voladores.
En esos momentos llegan desde la plaza las primeras notas del pasodoble Islas Canarias,  cantado por Los Sabandeños, con el que todos los años comienza el desfile de grupos folclóricos, no solamente de todas las islas, sino que a veces se suman algunos grupos de la península. Y la plaza se abarrota de gente hasta derramarse por las calles aledañas. Mientras el viento le lleva aquellas notas, Susa recordó el primer beso real, aquel que deja de ser un juego para convertirse en una suerte de contrato con el que comprometes toda tu vida. Y sonrió. Vivió enamorada toda su vida, hasta que su marido falleció por un cáncer de pulmón.
Agosto se despedía entre malagueñas, isas y folías. Atrás quedan las meriendas entre los pinos o en la playa, la inefable sensación de libertad que Susa veía renovada en sus nietas, en esas criaturas cuya presencia la elevaban hasta el cielo. Volvía la rutina, ese enemigo que combatía todos los días desde que su marido murió. La misma palabra le producía malestar. Así que las nietas con sus travesuras, sus carreras, sus juegos, sus meriendas que siempre suponían una pequeña fiesta, los libros en la biblioteca pública del pueblo –no le gustaba leer en casa por no sentirse tan sola-, y sus visitas a sus amigas, constituían ese cemento especial con el que ella intentaba reparar el vacío que había dejado su marido.

Septiembre comienza con las avanzadillas de unas nubes, apenas unas manchitas blancas en el cielo azul, anunciadoras de un cambio de tiempo; pero hasta mediados de octubre no lloverá, al menos eso dicen las cabañuelas. Susa sigue tejiendo los jerséis de sus nietas, pronto comenzará el colegio y los necesitarán.

Texto de Carlota Sosa


Y llegó otra vez el curso escolar. Susa nunca se sentía sola, pero no podía continuar con tanta inactividad. Tenía que cambiar sus hábitos. La entropía le estaba venciendo. Ella sabía que envejecer puede ser bello, pero con calidad de vida. No solo influye la edad física, también el carácter y la mente juegan un papel importante. 
Debía establecer un orden de prioridades para que su salud no se resintiera y, actuar ya, antes de volver a la rutina.
Necesitaba un punto de partida. Algo que la impulsara a ese cambio tan necesitado.
Pensó que unos días de descanso serían ideales para poner en orden las ideas.
Le gustaba la lectura y anotaba todas las cosas que se le antojaban interesantes, Decidió llevar un par de libros que, hasta ahora no había terminado de leer, pero la verdad es que no leyó en demasía, porque sus excursiones a la naturaleza le ocupaban mucho tiempo y al llegar al hotel lo que le apetecía era descansar. 
Y, tras este descanso reparador, saco las siguientes conclusiones, como un orden de prioridades en su vida: 
Primero, hacer ejercicio. Pensó que quizás parecería egoísta por su parte no poner a su familia en primer lugar, pero al sentirse bien podría ocuparse de ellos si la necesitaban.
 Buscaría alguno que se adaptara a sus necesidades. Nadar en la playa siempre que se pudiera es una buena opción. Pero también debería hacer el esfuerzo de levantarse temprano para ir a caminar. 
Con el tiempo sus paseos serían mucho más de lo que esperaba.  Notaba que si lo hacia en plena naturaleza, esta le hablaba. Le aportaba las soluciones a los problemas que la vida le ponía delante para crecer.   
Segundo: disfrutaría de las pequeñas y grandes cosas,  aprendiendo a agradecer mas por lo que nos regala la vida en este Planeta.
Tercero: empezaría a escribir. Nunca lo había hecho, pero podía ser una terapia muy interesante. Cuanto razón tenía una de sus frases anotadas, que ya no recordaba ni de quien era: leyendo aprendes a ser libre. Escribiendo ejerces tu libertad.  
     También comprendió que sin apenas programar nada, aunque haciendo un esfuerzo, podría encarar ciertas cosas que no le gustaban si cambiaba su punto de vista sobre las mismas.
     Si amigos, hay que hacer cambios y aceptar los que vienen para crecer….

FIN







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