Con la llegada del
verano, uno de los meses más privilegiados es el de agosto, para obtener unas
buenas vacaciones, teniendo en cuenta la climatología.
Es el mes más caluroso, o
me inclino por ello, así podré disfrutar de un buen descanso físico y
psicológico.
Este año he podido
disfrutar del mar, de sus aguas calurosas, de esas olas que el viento riza y
empuja, mientras otras más grandes se avecinan.
He disfrutado de esas
playas estupendas. En la arena, contemplando como hollaba mi silueta y ese sol
radiante que invitaba a bañarse en el mar. He conocido personas maravillosas,
he compartido vivencias únicas. He disfrutado tanto de mi familia como de mis
amigos y de cosas que para mi han sido nuevas.
Oh! Agosto de mi alma,
como te voy a extrañar, de esos calores que han hecho y el frío que voy a
pasar.
Texto de
Candelaria González
Aunque espero el gélido
frío, tengo agosto en la retina. Han sido días estupendos, en estas vacaciones
pude disfrutar, como ya dije, en estas vacaciones pude disfrutar del mar con
sus olas y por supuesto de la familia. También me dio tiempo para escribir,
leer y sobre todo para coser y hacer punto, que también es un disfrute para mi.
Las fiestas de agosto
fueron muy alegres, con tanto evento folclórico. Estuvieron Los Sabandeños, la
Banda de música de Candelaria con solistas de timple, un grupo de Barranco
Hondo, los jóvenes Cantadores, unos grupos del pueblo vasco, de Bolivia y de
Portugal, también hubieron muchos más para festejar a nuestra querida Patrona.
La salida de la Virgen, y
sobre todo la llegada, fue muy emotiva con esos ¡VIVAS A LA CANDELARIA!
Yo no había visto nunca
tanta gente en esa plaza, no cabía un alfiler, esa llegada a la entrada de la
basílica, vista de frente desde una azotea y escuchando ese Ave María cantado
por Chago Melián, fue toda una emoción muy difícil de expresar.
Pero todo se acaba y
agosto también, estamos en septiembre, disfrutemos ahora de nuestras clases
hasta que vuelva un nuevo agosto.
Texto de Emma
Coello
Como dije se ha ido
agosto con sus fiestas, sus vivas a la Virgen, las meriendas en la tarde con
las amigas y, en fin, esa sensación de libertad que siempre nos embarga en este
mes.
Llegó septiembre con su
maravillosa rutina, los reencuentros con las compis, retomar nuevas ideas
(nuestra presi ya se ocupa de ello) la alegría de estar vivas, de hacer planes
juntas, para esos meses que se nos echan encima con una rapidez increíble. Y… ¡Aquí
está ya octubre! Hola octubre, aquí estamos para lo que mandes…
-Estoy perdiendo habilidad- pensó Susa mientra tejía un
jersey de punto para una de sus nietas. Los recuerdos fluían en su mente como
el agua fluye de las montañas y alimenta los valles. Sentada en la playa, los
agostos de su niñez desfilan año por
año, y una sonrisa de felicidad surca sus labios al ver a los nietos juguetear
con el agua, los cubos y la arena. Ahora ella está disfrutando de un bien
merecido descanso, observando las olas de un mar en calma que apenas se atreven
a romper justo al llegar a la playa. Aún sigue viendo su silueta, y se ve de
niña persiguiendo su propia sombra.
Está atardeciendo y hace un poco de fresco. Se puso una
rebeca por encima y sintió un ligero escalofrío al recordar como de joven,
antes de que llegara noviembre, ya comenzaba a estremecerse solo de pensar en
el frío que iba a pasar. Pero agosto es eso: calor, descanso, playa, amigos,
fiestas, escaramuzas amorosas de adolescentes, miradas apasionadas cargadas de
intención en los jóvenes que apuntan a la madurez, fiestas y voladores, y
música, mucha música en las plazas, prados o playas; un mes en el que el folclore,
esa expresión natural de las esencias de cada pueblo, brota como las rosas en
un jardín misceláneo, cargado de alegría y de flores de todos los colores.
Más que recordando, soñando su pasado, a Susa se le fue el
tiempo. Se hacía un poco tarde y quería llevar a sus nietas a ver los
voladores. La madre no podía porque le tocaba turno en el hotel donde
trabajaba. Comenzó a recoger mientras llamaba a sus nietas –Jeni, Janette,
-maldita costumbre de poner nombres de guiris, pensó- venga, recoger todo que
tenemos que irnos, que van a empezar los voladores.
En esos momentos llegan desde la plaza las primeras notas
del pasodoble Islas Canarias, cantado
por Los Sabandeños, con el que todos los años comienza el desfile de grupos folclóricos, no solamente de todas las islas, sino que a veces se suman algunos
grupos de la península. Y la plaza se abarrota de gente hasta derramarse por
las calles aledañas. Mientras el viento le lleva aquellas notas, Susa recordó
el primer beso real, aquel que deja de ser un juego para convertirse en una
suerte de contrato con el que comprometes toda tu vida. Y sonrió. Vivió
enamorada toda su vida, hasta que su marido falleció por un cáncer de pulmón.
Agosto se despedía entre malagueñas, isas y folías. Atrás
quedan las meriendas entre los pinos o en la playa, la inefable sensación de
libertad que Susa veía renovada en sus nietas, en esas criaturas cuya presencia
la elevaban hasta el cielo. Volvía la rutina, ese enemigo que combatía todos
los días desde que su marido murió. La misma palabra le producía malestar. Así
que las nietas con sus travesuras, sus carreras, sus juegos, sus meriendas que
siempre suponían una pequeña fiesta, los libros en la biblioteca pública del
pueblo –no le gustaba leer en casa por no sentirse tan sola-, y sus visitas a
sus amigas, constituían ese cemento especial con el que ella intentaba reparar
el vacío que había dejado su marido.
Septiembre comienza con las avanzadillas de unas nubes,
apenas unas manchitas blancas en el cielo azul, anunciadoras de un cambio de
tiempo; pero hasta mediados de octubre no lloverá, al menos eso dicen las
cabañuelas. Susa sigue tejiendo los jerséis de sus nietas, pronto comenzará el
colegio y los necesitarán.
Y llegó otra vez el
curso escolar. Susa nunca se sentía sola, pero no podía continuar con tanta
inactividad. Tenía que cambiar sus hábitos. La entropía le estaba venciendo.
Ella sabía que envejecer puede ser bello, pero con calidad de vida. No solo influye
la edad física, también el carácter y la mente juegan un papel importante.
Debía establecer un
orden de prioridades para que su salud no se resintiera y, actuar ya, antes de
volver a la rutina.
Necesitaba
un punto de partida. Algo que la impulsara a ese cambio tan necesitado.
Pensó que unos días
de descanso serían ideales para poner en orden las ideas.
Le gustaba la
lectura y anotaba todas las cosas que se le antojaban interesantes, Decidió
llevar un par de libros que, hasta ahora no había terminado de leer, pero la
verdad es que no leyó en demasía, porque sus excursiones a la naturaleza le
ocupaban mucho tiempo y al llegar al hotel lo que le apetecía era descansar.
Y, tras este
descanso reparador, saco las siguientes conclusiones, como un orden de
prioridades en su vida:
Primero, hacer
ejercicio. Pensó que quizás parecería egoísta por su parte no poner a su
familia en primer lugar, pero al sentirse bien podría ocuparse de ellos si la
necesitaban.
Buscaría alguno que se adaptara a sus
necesidades. Nadar en la playa siempre que se pudiera es una buena opción. Pero
también debería hacer el esfuerzo de levantarse temprano para ir a caminar.
Con el tiempo sus
paseos serían mucho más de lo que esperaba.
Notaba que si lo hacia en plena naturaleza, esta le hablaba. Le aportaba
las soluciones a los problemas que la vida le ponía delante para crecer.
Segundo: disfrutaría
de las pequeñas y grandes cosas,
aprendiendo a agradecer mas por lo que nos regala la vida en este
Planeta.
Tercero: empezaría a
escribir. Nunca lo había hecho, pero podía ser una terapia muy interesante.
Cuanto razón tenía una de sus frases anotadas, que ya no recordaba ni de quien
era: leyendo aprendes a ser libre. Escribiendo ejerces tu libertad.
También
comprendió que sin apenas programar nada, aunque haciendo un esfuerzo, podría encarar
ciertas cosas que no le gustaban si cambiaba su punto de vista sobre las
mismas.
Si
amigos, hay que hacer cambios y aceptar los que vienen para crecer….
FIN
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