Agosto en La Gomera
Agosto reina para la
mayoría de las personas que tienen un buen puesto de trabajo. Casi siempre se cogen las
vacaciones en agosto, para descansar y desconectarse del trabajo y de los
compañeros. Yo he tenido la oportunidad de ir dos años a la Gomera, a la playa
de Gran Rey con mis hijos y nietos. Al llegar a la playa la impresión que me dio
es que todo Santa Cruz se había trasladado a La Gomera. Me llamó la atención verlos
en un corro hablando del trabajo, de política y de las últimas noticias del país
y arreglando, un poco, el mundo. En fin, que cada uno disfruta de las vacaciones como
mas le agrada, ellos con sus rollos y yo de los buenos baños. El
agua estaba del diez, bueno, sin contar el día que nos visitaron las medusas. A
mi me tienen un cariño..., me dan cada latigazo, que salgo a escape, como si un
tiburón me fuera a tragar.
De regreso, ya en
Tenerife, tenía un compromiso y un evento muy importante que no quería perderme por nada del mundo, un cumpleaños sorpresa para la “profe” de la Tertulia de Alisios de Verso y Prosa,
que un diecisiete de agosto, dado que un día muy caluroso ella quiso ver la luz. La
madre con el calor y todo lo que cuesta parir… al ver su carita se olvidó de
todo, la alegría que se siente es inmensa. La misma alegría que sentí el día de
su cumpleaños, yo y todos los que le acompañamos en ese día tan especial junto a las organizadoras el grupo, Mencey Romántico, la parodia de la abuela y su nieta… ¿Para
que voy a contar más? Salió todo del
diez.
Texto añadido por Adela Corujo
Paseando por La Gomera me encontré con una
compañera de Alisios de Verso y Prosa.
-¡Hola Mercedes!
¿Cómo estás? ¡Que alegría verte!
-¡Muy bien! ¿Y tu?
-Pues, paseando por
esta isla tan bella. ¿Quieres tomar algo?
-Si, vamos.
Estuvimos hablando
largo y tendido. Fue agradable encontrarla y disfrutar de la charla y de ella.
- Me tengo que ir mi
familia se retira.
- De acuerdo, pásalo
bien. ¿Nos veremos el martes?
- Así será, si Dios quiere.
Partimos cada una rumbo a nuestras cosas. Fue
muy agradable la tarde.
Texto añadido por Candelaria González
Aunque estoy muy contenta de estar de vuelta en casa, no
puedo olvidar esos días en La Gomera. Lo pasé muy bien en las fiestas de la Virgen del Carmen, con sus carrozas y sus bailes.
En esas fiestas
conocí a una joven de 13 años. Tan bonita y tan inocente, pero con una vida de
muchos avatares muy tristes, según me contó estaba con su abuela en La Gomera, pero vivía en Tenerife y había ido solo de vacaciones. Al mirarla daban ganas de llevártela
a tu casa y protegerla de lo que se percibía a su alrededor, pero no podía ser
y allí se quedó. Me gustaría verla
dentro de cinco años en la bajada de la Virgen cumpliendo sus 18 años y que su
abuela la acompañase, razón de que sigue cuidándola.
Texto añadido por Carlota Sosa
A veces, la vida nos
regala el privilegio de encontrarnos con bellos seres -yo les llamo ángeles humanos- para que nos
miremos en sus pupilas, que nos reflejan, como espejos, en su luz. Algo así me
ha ocurrido con esa hermosa jovencita. Ella emite un brillo especial que
produce en mí una ternura sin medida. Se que su abuela vela por ella, pero… ¡ha
sufrido tanto! Siento que puedo acurrucarla junto a mi pecho y cantarle las canciones
de cuna que nunca ha escuchado.
Vienen a mi memoria
sublimes canciones de cuna que cuando las cantas no solo los niños se quedan
dormidos:
«Las estrellas alumbrarán.
Cielo y luna nos miraran.
Mientras el viento mece tu cuna,
tus sueños saldrán a jugar.».
Los sufrimientos que
esa niña ha vivido todavía no se han cicatrizado y no sé como ayudarla. Su
abuela ya ha obtenido su custodia legal y yo no pertenezco a su familia.
Estuve toda la tarde
pensando como consolarla. Muy tarde, me quedé dormida mientras reflexionaba
unas ideas que me rondaban.
Lo que yo no sabía era que en mis sueños me
darían una respuesta. Puede que exista otra mejor, pues fue solo un sueño ¿o
no?
Me encontraba ante
un sabio anciano. El me tomó de la mano y me llevó a un pequeño banquito de
piedra. Nos sentamos a charlar como si ya nos hubiésemos conocido y me dijo,
sin palabras, pero yo le escuchaba:
No hay razón para
temer por esa niña. Lo superará,
encontrará su fuerza interior. Los desafíos y las dificultades sirven
para su crecimiento como ser humano. Su
alma es pura. Esta experiencia le pondrá en un camino de belleza y servicio. No
perderá su esencia angelical. Será cada vez más hermosa…
Antes de despedirse
de mi, cuando ya comenzaba a perderse entre la luz, se volvió y me dijo: Ah, ella
sí que cuidará de ti, porque su energía es la de la sanación. Estudiara
medicina y siempre que la necesites te atenderá.
No se si se hará
realidad mi sueño. Lo que puedo decir es que fue un sueño muy lúcido ¡A mi me
parecía tan real!
Desperté con una paz
que nunca soñé que existía…
Texto añadido por Luisa Chico
Ahora, sentada en la terraza de mi piso, mientras bordo un rato, he recordado de nuevo a la niña y a ese sueño. La sonrisa se ha abierto en mis labios y aquella canción de cuna suena en mi mente con un soniquete familiar y agradable. Han pasado unos meses y su imagen sigue rondando mi mente. La imagino ya mayor, atendiendo su consulta como me anunció el anciano de mi sueño, y cada vez que pienso en eso mando un mensaje al Universo para que se haga realidad algún día. Imagino que es ella quien cuida de mis achaques añosos y eso casi los alivia por si solo.
El otoño ya está aquí, se nota en la desnudez progresiva de algunos árboles, en el olor a castañas de las ramblas, en los adornos navideños que comienzan a aparecer en los escaparates de las tiendas. El mundo sigue girando y agosto se ha quedado atrás y con él las vivencias estivales de este año.
Cierro el costurero y guardo mis gafas de cerca en el estuche mientras miro por la puerta del abierto balcón, por donde ya ha comenzado a entrar el frío de la tarde. El tiempo no nos deja intuir que hemos pasado del verano al otoño, la gente sigue yendo a la playa mientras yo, mañana, seguiré bordando los regalos navideños que haré a mi familia este año.
Texto añadido por Luisa Chico
Ahora, sentada en la terraza de mi piso, mientras bordo un rato, he recordado de nuevo a la niña y a ese sueño. La sonrisa se ha abierto en mis labios y aquella canción de cuna suena en mi mente con un soniquete familiar y agradable. Han pasado unos meses y su imagen sigue rondando mi mente. La imagino ya mayor, atendiendo su consulta como me anunció el anciano de mi sueño, y cada vez que pienso en eso mando un mensaje al Universo para que se haga realidad algún día. Imagino que es ella quien cuida de mis achaques añosos y eso casi los alivia por si solo.
El otoño ya está aquí, se nota en la desnudez progresiva de algunos árboles, en el olor a castañas de las ramblas, en los adornos navideños que comienzan a aparecer en los escaparates de las tiendas. El mundo sigue girando y agosto se ha quedado atrás y con él las vivencias estivales de este año.
Cierro el costurero y guardo mis gafas de cerca en el estuche mientras miro por la puerta del abierto balcón, por donde ya ha comenzado a entrar el frío de la tarde. El tiempo no nos deja intuir que hemos pasado del verano al otoño, la gente sigue yendo a la playa mientras yo, mañana, seguiré bordando los regalos navideños que haré a mi familia este año.
FIN
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