domingo, 2 de octubre de 2016

AGOSTO (Relato encadenado de Matale Arozena)


Relato iniciado por Matale Arozena


Ahora, cuando el tiempo es luminoso, mientras me abanico y pienso entre resoplidos y sofocos, que este año hace más calor que nunca, me apetece pasearme por las páginas del calendario (debe ser porque estoy aburrida). Después de bajar, subir, correr a derecha e izquierda, me detengo en el mes que tiene nombre de emperador romano, el octavo de doce hermanos, distintos como los dedos de la mano. ¿Por qué? Porque en sus tiempos, lejanos y no tan lejanos, las vivencias me imprimieron parte de mi alegría de vivir. Es un mes transgresor, bohemio, ocurrente, creativo y un poco pícaro. ¡Me encanta! Sus números rojos son casi iguales en contenido que el resto de sus compañeros de página. Mientras en sus hermanos el tiempo sucede monótono, rítmico y hasta un poco rutinario, su tiempo es anárquico y te invita a comportarte de la misma manera. 
Me detengo en el número diez y me asomo al cero... Uf, veo a mi padre en su santo contándonos historias de San Lorenzo y nosotras bailando alrededor, ¡a quien se le ocurre nacer el día más caluroso del año! Yo creo que por eso era tan cálido, sobre todo cuando te acariciaba con sus manos de terciopelo. ¡Pum! 
Me alongué demasiado, acariciando recuerdos, y salí hacia abajo disparada, gracias que el número dos del veintidós, me trabó por el cinturón, me permitió sentarme en él y columpiarme un poco, mientras veo a mi hermano que se atrevió a nacer ese día. Cuando todo el mundo estaba de vacaciones, hizo trabajar a mi madre lo indecible, bueno y a la partera. Está montando en la bici comunitaria y me parece ver su cabeza con un rapado creación de mis hermanas mayores que lo pelaron para quedarse con el dinero que mamá les dio para que lo llevaran al barbero. Un desastre para todos: él horroroso, mis hermanas castigadas y yo también por consentidora. 
Me bajo del improvisado columpio, y muy despacio me acerco a los tiempos finales, como no queriendo perder la esencia de este mes que me hace volverme distinta. No quiero volver a la rutina, a lo establecido... pero la vida me ha hecho curiosa y ya estoy alargando el cuello para ver qué encuentro de mi vida anterior y entremezclarlo con lo que escribiré de mi vida en estos renglones de tiempo. 
En este mes de Agosto, tiempo y vida se dan la mano.

Texto añadido por Luisa Chico

Pasea que te pasea he recordado otro día de agosto, este más cercano, donde la alegría y la amistad se dieron la mano para hacer feliz a una buena amiga que cumplía años, me aúpo hasta el 17 y me siento a horcajadas sobre el palito de abajo, el de arriba me protegerá del tórrido sol que todavía nos acompaña.
¡Qué buenos recuerdos me invaden! La cara de felicidad de mi amiga ese día será difícil de olvidar. Su sonrisa, casi siempre presente, se acentuó aún más si cabe ese día entre poemas, canciones, alegría, regalos y fiesta. Una tarde maravillosa que seguirá marcando los días especiales de agosto. Espero que la muñeca que le hice le gustase, casi estoy segura que si porque ella ama el folclore igual que yo.
Me deslizo por el palo que sostiene el 7 y parto en busca de nuevas vivencias…

Texto añadido por Carlota Felipe

Aterrizo en el ocho. Como no tiene ángulos, me coloco en el centro. Buen sitio para la calma que se disfruta en vacaciones, alejada de los vientos huracanados que soplan por el mundo. Ufff...  Necesitaba esta pausa entre sus alas redondas: tierra y cielo, suelo y sol, alma y cuerpo.  El espejo y su reflejo…¡Siiii!  La dualidad.  Pisar firme y, al mismo tiempo, volar….
Gira la rueda de la vida y yo giro el ocho para danzar con la mía. No lo puedo evitar, me gusta el baile. Bailo  y canto a la vida con mi grupo de amigos. Me gustan las habaneras a las que he puesto letra y poesía…
Pienso en mis queridos hijos que descendieron desde el infinito a este mundo y a mi corazón, dos células unidas que se dividieron, hasta  tomar forma  dentro de  otro circulo sagrado, mi vientre. Vuelvo a mi esencia femenina de  madre, esposa, amante….
Me siento tan a gusto en el ocho, que no quiero que transcurra el mes, pero, dando un giro, saltaré…


Texto añadido por Mercedes Reyes

Y sin dudarlo salté al nueve, como nueve meses son los que mi madre me tuvo en su vientre hasta el día en que nací.
Nací en el seno de una familia, que aunque no era rica, si éramos muy felices ocupando el 9º lugar de la prole, la benjamina de una gran familia. Vivíamos en un pueblo de montaña tan frío que cuando llegaba el invierno apenas se podía salir de la pequeña casa, la nieve nos rodeaba, teníamos que tener siempre leña para mantener el fogón permanentemente encendido.
Pasado el invierno, cuando llegaba la primavera, todo se veía precioso, el campo se llenaba de bellas flores, los pajarillos cantaban, el sol brillaba…. 
Recuerdo aquellos días en los que nos teníamos que levantar muy temprano para echarles de comer a las cabras, era uno de los sustentos de la familia, ya que nos daba la leche y con ella mi madre hacia el queso.
Yo ayudaba a mi madre a echarle de comer a las gallinas y recoger los huevos, con los que  hacia dulces, bizcochones, rosquetes... y un sinfín de comidas, ella me permitía siempre, que la ayudara.
También cultivábamos verduras, hortalizas y frutales en aquel enorme  huerto, además de las yerbas medicinales pues mi madre, que era muy sabia, cuando alguno de nosotros se ponía enfermo nos curaba con brebajes de yerbas.
Al ser yo la más pequeña de una familia numerosa gozaba de algunos privilegios, como por ejemplo que nunca me llevaban al campo a ninguna tarea, mi padre decía que como era la más pequeña debía ir a la escuela, y así lo hice.
Fui a la escuela y aprendí muchas cosas; aprendí, porque la tierra es redonda, porque el sol gira alrededor de nuestro planeta, el porqué de las mareas, porque crecen los árboles, por qué florecen las plantas, la vida marina... ¡tantas cosas apasionantes! que me interese mucho por biología, tanto es así que mi padre me dijo un día: “¡Hija…!: en esta vida hay que estudiar y hacer lo que a uno le gusta”.  Fui a la universidad y estudie lo más que me gustaba, que era la biología, descubrí en ella, mi gran pasión por las ciencias.
Estando en el último año de carrera, conocí a un muchacho que estaba en mi clase y era muy guapo e inteligente, me gustaba mucho, casi puedo decir que me enamoré de él, pero tenía un comportamiento algo extraño, y eso es, lo que en la universidad no se pude aprender.

¡No lo pude aprender porque la actitud del ser humano no viene escrita en los libros!

Texto añadido por Adela Corujo

Qué afortunada me siento en la universidad. Estoy haciendo bilogía. Me encanta la naturaleza, me siento parte de ella, estoy tan centrada, que no tengo tiempo. 
Pero un día pasó un chico por mi lado y me percaté de lo guapo era, sus formas no eran las más correctas para mi. Yo digo siempre que todo tiene un porqué; muchos porqués han sido parte de mi existencia, así que fui despacio y nos hicimos amigos. Me encantaron sus porqués. ¡Pobre Jonatan! Su vida, marcada por la tragedia marcada por el amor y desamor que todos tenemos. 
Calma…, todo tiene su tiempo. Quédate con lo que te enseñó, y te hizo mejor en tu camino, porque en eso de amar, aunque hay mucho escrito, hay que vivirlo para sentirlo. ¡Ánimo, amigo!, busca tu equilibrio porque está dentro de ti, es tu luz quien alumbra tu camino. ¡Te quiero, mi querido amigo!
Nos hicimos inseparables, en poco tiempo terminamos nuestra carrera y cada uno cogió su rumbo, asumiendo la responsabilidad que lo que conlleva el tener el timón de nuestras vidas.
Gracias, mis queridísimos padres por creer en mi y ayudarme en mi carrera. ¡Los amo!

Texto añadido por Mercedes González

Pendiente






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