miércoles, 12 de octubre de 2016

AGOSTO (Relato encadenado de Emma Coello)





Relato encadenado de Emma Coello







“El sol”


En la quietud de este mes de agosto, cada día, desde hace un tiempo y en este lado del sur en que me encuentro, vigilo a través de la ventana la salida del sol…
Y como cada día no dejo de asombrarme de este milagro gratuito, como primero tímidamente la luz de sus rayos ilumina un mar en calma que parece recobrar vida, y luego, casi sin avisar, esa bola de fuego queda majestuosamente suspendida en el horizonte dejándome perpleja.
Y yo, como tengo alma de poeta me digo que los hombres y mujeres seríamos más felices si cada día despertáramos contemplando esta maravilla de la creación.

Texto de Mercedes Reyes

Una majestuosa maravilla de la creación, que da vida a todo ser viviente de este planeta Tierra, cuando después de un largo día se retira a descansar, pone una alfombre roja que proyecta en la quietud del mar para recibir a la reina de la noche, la Luna, que llega plácida y vigorosa, que viene a velar nuestro sueño.
Aunque a veces se sueña despierto, como la pareja que contempla ese ocaso, y recibiendo con emoción esa Luna que asoma en el horizonte, blanca, brillante y poderosa, cogidos de la mano se juran amor eterno sentados en una roca frente al mar; él le acaricia el pelo, ella le toca con ternura su mejilla, igual que la luna acaricia a la Tierra, en la quietud de la noche.
Allá a lo lejos ven un faro que alumbra al navegante, que esta vez, siendo la luna controladora de todo lo que acontece en la Tierra, no podrá guiarles…

Texto de Teresa Terán

Esa estrella tan maravillosa de luminosidad intensa, determina su visibilidad en el cielo en diferentes regiones del planeta: el día y la noche.
Esa energía que radia ese sol es aprovechada y se manifiesta en forma de luz y calor.
¡Qué bella es su aurora en el horizonte del cielo!
Como me gusta contemplar la pureza divina de la mañana y ver salir ese esplendor que nos da esos rayos que percatamos uno a uno, como si fueran pétalos de esa flor esplendorosa e infinita que nos impresiona con su grandeza y belleza.
Cuando se acercan los meses de verano, principalmente el mes de agosto, noto esa fuente resplandeciente de luz, del calor proveniente de ese sol maravilloso. ¡Qué belleza! Siento los efectos de su poder y ese fuego acariciándome día a día. Saludándome y ofreciéndome sus caricias. ¡Qué bonito es contemplar la pureza divina del creador cada mañana…!

Texto de Luisa Chico

Pero, ¡Basta ya de ensoñaciones placenteras! De salidas y puestas de sol… De parejas de enamorados… De faros en lontananza… Es que no sé qué me pasa que al ver salir el sol cada día me enternezco y hasta me pongo ñoña recordando momentos que ya no volverán a mi vida.
¿Que el sol es energía de vida...? Si. ¿Que ser conscientes de ello nos hace recargar nuestras pilas cada día…? Sí. ¿Que sin él no tendríamos, seguramente, ganas de nada… también? Pero de ahí a hacer una loa al sol como algo para alabar cada minuto… Me niego.
Ahora mismo es mediodía, está pletórico aplastando a todo aquel que osa estar al aire libre sin buscar la sombra. Si me expongo a él con frecuencia me arriesgo a pillar un jodido cáncer de piel de esos tan chungos. Sin ir más lejos el domingo pasado me pasé de tiempo, tendida en la playa y dejando que me acariciase sin más, creyendo que el sol de otoño no haría tanto daño, y casi no duermo de lo que quemaba mi piel al regresar a casa… Muchas veces odio el sol y paso de estarle agradecida por sus desorbitantes ardores. Pero claro… debe ser que estoy perdiendo mi alma de poeta.
Ocultaré mis ojos de sus rayos tras mis oscuras gafas de sol y esperaré aquí sentada que se sumerja, una vez más, en el Atlántico para despedirme de él hasta mañana.
Intentaré plasmar ese momento en una foto para el recuerdo.

FIN


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