“El sol”
En
la quietud de este mes de agosto, cada día, desde hace un tiempo y en este lado
del sur en que me encuentro, vigilo a través de la ventana la salida del sol…
Y
como cada día no dejo de asombrarme de este milagro gratuito, como primero
tímidamente la luz de sus rayos ilumina un mar en calma que parece recobrar
vida, y luego, casi sin avisar, esa bola de fuego queda majestuosamente
suspendida en el horizonte dejándome perpleja.
Y
yo, como tengo alma de poeta me digo que los hombres y mujeres seríamos más
felices si cada día despertáramos contemplando esta maravilla de la creación.
Texto de Mercedes Reyes
Una
majestuosa maravilla de la creación, que da vida a todo ser viviente de este
planeta Tierra, cuando después de un largo día se retira a descansar, pone una
alfombre roja que proyecta en la quietud del mar para recibir a la reina de la
noche, la Luna, que llega plácida y vigorosa, que viene a velar nuestro sueño.
Aunque
a veces se sueña despierto, como la pareja que contempla ese ocaso, y
recibiendo con emoción esa Luna que asoma en el horizonte, blanca, brillante y
poderosa, cogidos de la mano se juran amor eterno sentados en una roca frente
al mar; él le acaricia el pelo, ella le toca con ternura su mejilla, igual que
la luna acaricia a la Tierra, en la quietud de la noche.
Allá
a lo lejos ven un faro que alumbra al navegante, que esta vez, siendo la luna
controladora de todo lo que acontece en la Tierra, no podrá guiarles…
Texto de Teresa Terán
Esa
estrella tan maravillosa de luminosidad intensa, determina su visibilidad en el
cielo en diferentes regiones del planeta: el día y la noche.
Esa
energía que radia ese sol es aprovechada y se manifiesta en forma de luz y
calor.
¡Qué
bella es su aurora en el horizonte del cielo!
Como
me gusta contemplar la pureza divina de la mañana y ver salir ese esplendor que
nos da esos rayos que percatamos uno a uno, como si fueran pétalos de esa flor
esplendorosa e infinita que nos impresiona con su grandeza y belleza.
Cuando
se acercan los meses de verano, principalmente el mes de agosto, noto esa
fuente resplandeciente de luz, del calor proveniente de ese sol maravilloso.
¡Qué belleza! Siento los efectos de su poder y ese fuego acariciándome día a
día. Saludándome y ofreciéndome sus caricias. ¡Qué bonito es contemplar la
pureza divina del creador cada mañana…!
Texto de Luisa Chico
Pero,
¡Basta ya de ensoñaciones placenteras! De salidas y puestas de sol… De parejas
de enamorados… De faros en lontananza… Es que no sé qué me pasa que al ver
salir el sol cada día me enternezco y hasta me pongo ñoña recordando momentos
que ya no volverán a mi vida.
¿Que
el sol es energía de vida...? Si. ¿Que ser conscientes de ello nos hace
recargar nuestras pilas cada día…? Sí. ¿Que sin él no tendríamos, seguramente,
ganas de nada… también? Pero de ahí a hacer una loa al sol como algo para
alabar cada minuto… Me niego.
Ahora
mismo es mediodía, está pletórico aplastando a todo aquel que osa estar al aire
libre sin buscar la sombra. Si me expongo a él con frecuencia me arriesgo a
pillar un jodido cáncer de piel de esos tan chungos. Sin ir más lejos el
domingo pasado me pasé de tiempo, tendida en la playa y dejando que me
acariciase sin más, creyendo que el sol de otoño no haría tanto daño, y casi no
duermo de lo que quemaba mi piel al regresar a casa… Muchas veces odio el sol y
paso de estarle agradecida por sus desorbitantes ardores. Pero claro… debe ser
que estoy perdiendo mi alma de poeta.
Ocultaré
mis ojos de sus rayos tras mis oscuras gafas de sol y esperaré aquí sentada que
se sumerja, una vez más, en el Atlántico para despedirme de él hasta mañana.
Intentaré
plasmar ese momento en una foto para el recuerdo.
FIN
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